google-site-verification: google7dcda757e565a307.html

Autoestima y asertividad: lo que no nos enseñaron en la escuela (y por qué ahora es vital)

Autoestima: algo tan importante y que con frecuencia olvidamos cultivar.

Autora: Ana M. Hidalgo

Autoestima y asertividad, dos palabras que pueden cambiar una vida entera y que rara vez escuchamos en voz alta cuando más las necesitamos.

Nos enseñaron a sumar, a memorizar fechas y capitales, a seguir reglas. Pero no nos enseñaron a decir «no» sin culpa. No nos enseñaron a confiar en nuestra opinión cuando no coincidía con la de los demás. Y mucho menos, a querernos sin condiciones.

En la escuela olvidaron enseñarnos inteligencia emocional y así ocurre, no sabemos manejarnos con ellas pese a que todos tenemos.

No existe ninguna asignatura en la que nos enseñen a ser quienes queremos ser, donde se nos anime a ser nosotros mismos y se nos aliente sobre nuestro gran potencial personal.

Por lo general, nos educan para creer que somos pequeños, uno más entre la multitud.

Cuando eso no es cierto, cada uno tiene su propio brillo y su propio valor, aunque a veces nuestra escasa autoestima haga que lo olvidemos o permitamos que otros lo pisoteen.

A lo largo de mi vida, también yo he estado en situaciones que me sobrepasaban: relaciones que me apagaban, decisiones que no me atrevía a tomar, entornos que me hacían dudar de mí. Y sí, he aprendido que salir de todo eso es posible, pero hay que empezar por dentro. Por nuestra autoestima.

Lo que nadie te dijo sobre la autoestima

La autoestima no es arrogancia. Es saber que, pase lo que pase, tienes un valor que no depende de la opinión de los demás ni de lo que logres. Es la raíz que te sostiene cuando la vida te sacude, y a todos nos agita en alguna ocasión.

Tener una autoestima sana no significa sentirte bien todo el tiempo. Significa escucharte, respetarte, darte espacio, y para eso, hace falta conocerse.

En terapia, una de las cosas que más sorprende a las personas es lo poco que se conocen. Me dicen: «soy normal», «soy buena persona». Pero cuando les pregunto qué significa eso, se quedan en blanco. Jamás se lo habían planteado.

Y es normal. Nadie nos enseñó a preguntarnos cosas como:

  • ¿Qué me gusta de mí?
  • ¿Cuáles son mis valores?
  • ¿Dónde están mis límites?
  • ¿Qué cosas quiero cambiar y cuáles quiero celebrar?

Conocerte es el primer paso para valorarte. Y cuando te valoras, empiezas a defenderte y a cuidarte. Ahí aparece la asertividad, otra gran aliada de vida.

Si no aprendiste esto, no es culpa tuya. Pero sí es tu responsabilidad ahora, si quieres vivir mejor.

Asertividad: el derecho a ser tú

Pese a lo que algunos creen, ser asertivo no es ser agresivo ni imponer tus ideas. Es poder expresarte con honestidad y respeto, sin tener que ceder constantemente ni tragarte lo que sientes para evitar conflictos.

Sin embargo, muchas veces confundimos ser «educados» con quedarnos en silencio. Y esa confusión nos cuesta caro: baja autoestima, frustración, relaciones desequilibradas.

Detrás de esa dificultad para decir «no» hay muchas creencias limitantes que aprendimos sin darnos cuenta:

  • Si piensas en ti, eres egoísta.
  • Cometer errores está mal.
  • Callar es mejor que molestar.
  • Tus sentimientos no importan.
  • La opinión de los demás es más importante que la nuestra, si no coincidimos con ellos es que estamos equivocados.

Estas ideas no son verdades. Son herencias culturales que puedes cuestionar y transformar. Cuando las desmontas, recuperas algo fundamental: tu voz.

¿Cuál de estos derechos has olvidado ejercer últimamente? Cuéntamelo en los comentarios.

Derechos asertivos que puedes empezar a ejercer hoy

Es importante que te recuerdes a ti mismo que tienes derecho a:

  • Priorizarte sin sentir culpa.
  • Equivocarte y aprender de ello.
  • Cambiar de opinión.
  • Decidir por ti, incluso si otros no lo entienden.
  • Expresar lo que sientes.
  • Ser reconocido por lo que haces bien.
  • No seguir consejos que no pediste.
  • No hacerte cargo de todo lo que no te corresponde.

Y quizá, lo más importante: tienes derecho a vivir tu vida, no la que otros han diseñado para ti. Tienes derecho a vivir sin máscaras, sin ocultar lo que sientes, siendo auténtico.

Quererse y respetarse no es egoísmo, es supervivencia. Tú también mereces ser tu prioridad.

¿Te gustaría empezar a respetarte y conocerte mejor? Hazlo con una primera sesión de terapia personalizada. Escríbeme sin compromiso.

El poder de conocerte

La autoestima y la asertividad no se enseñan en una asignatura. Se descubren. Se practican. Se trabajan.

Y no, no es tarde para empezar. Puedes aprender a escucharte. A decir «esto sí» y «esto no«. A saber cuál es tu lugar y a ocuparlo con dignidad.

Por eso, hoy te propongo que empieces por una pregunta:

¿Qué necesitas hoy para estar un poco más cerca de ti?

No te culpes por no saber cómo hacerlo. Nadie te lo enseñó. Aprender ahora es un acto de amor hacia ti.

Si quieres acompañamiento para responderla, estaré encantada de ayudarte. Puedes contactar conmigo aquí o leer más sobre mi forma de trabajar en mi web.

Desde aquí te propongo avanzar un paso más en tu educación y ganar en autoestima.

Te animo a aprender cada día algo nuevo, pero no sólo del mundo, sino de ti mismo. Es más, te aliento a aceptarte tal cual eres, pero esforzándote por cambiar aquello que no te gusta de ti.

Además, te animo a que aprendas a valorarte, a soñar despierto y a tomar las acciones que te acerquen a tu sueño.

Te incito a vivir tu propia vida y no la que te dan marcada.

Te animo a que seas tú mismo, con tus logros y tus fracasos; a aprender de tus errores, a no rendirte, a ser libre… aunque quizás, todo esto no te lo hayan enseñado en la escuela.

Nadie nace sabiendo poner límites, pero todos podemos aprenderlo.

Si este mensaje resuena contigo, quizá es el momento de empezar un proceso de cambio. Puedes reservar tu primera sesión conmigo aquí.

Reservar mi cita

 

Sobre la autora

Soy Ana Hidalgo, psicóloga y también persona. Acompaño a quienes se han cansado de vivir la vida que otros les dictan, a quienes quieren vivir sin máscaras, conocerse, valorarse y vivir con más libertad emocional. Al fin y al cabo, los emancipados emocionales son más libres.

Si te ha gustado este artículo, puedes recibir más cada semana suscribiéndote a mi blog.

✉️ Suscríbete gratis aquí

Compártelo con tus amigos