Cómo saber si eres un egoísta
Autora: Ana Hidalgo
- Me siento egoísta por hacer lo que yo quiero, por eso me dejo manipular.
Pocas personas son capaces de reconocer que permiten que otros se aprovechen de ellas por miedo a sentirse egoístas. Lo curioso, es que muchas veces equivocamos el significado de la palabra egoísmo, y esto nos acarrea remordimientos innecesarios.
Qué es el egoísmo
Si buscamos en el diccionario la palabra egoísmo veremos que es un “excesivo amor a uno mismo, que hace atender desmedidamente al interés propio descuidando el de los demás”.
Como habrás observado, la clave está en EXCESIVO y DESMEDIDO. ¿Quién marca el límite entre lo que es y no es excesivo?
Si hablamos en términos de porcentajes, es fácil verlo. Si piensas en ti el 100% de las veces anteponiéndote a los demás, sí será un exceso.
Ahora bien, puede que creas que no es necesario anteponerse a los demás el 100% de las veces para ser egoísta. Quizás basta con hacerlo el 90-80-70 %… o cualquier otra cifra.
Es decir, no existe una norma fija, cada persona marca lo que considera ser o no egoísta.
Por tanto, es un convencionalismo que muchas veces viene marcado por valores familiares y/o religiosos. Por eso precisamente, te animo a revisar tus creencias y tu legado familiar.
Qué sabemos sobre el egoísmo
Lo que sabemos sobre el egoísmo generalmente lo hemos aprendido en nuestro entorno familiar, escolar o religioso.
De hecho, es bastante frecuente escuchar frases del tipo:
- Tienes que compartir con los demás niños, no seas egoísta y déjale los juguetes.
- Si no compartes pensarán que eres un egoísta y no querrán volver a jugar contigo.
¿Te suena esta retahíla?
Generalmente los adultos olvidamos explicar que compartir está bien, pero no siempre, a veces hay que mirar por uno mismo. Además, tampoco nos señalan que no es ser egoísta querer quedarte con tu juguete más tiempo o poner límites a los demás.
Es decir, aprendemos mal qué es ser generoso, o egoísta, o incluso sobre el significado de compartir (a veces es más por el qué dirán que por el mero placer de compartir).
Cuando nos enseñaron a no ser egoístas no tuvieron en cuenta si el niño con el que nos pedían que compartiéramos nuestros más preciados tesoros lo sentíamos como un idiota, un bruto que rompía todo lo que tocaba, o simplemente, si nos apetecía seguir jugando más rato con el juguete en cuestión.
Es decir, olvidaron enseñarnos asertividad. Nos enseñaron a no pensar demasiado sobre nuestras propias necesidades o criterios de decisión. Nos enseñaron que compartir está bien y es lo deseable y que no hacerlo tiene consecuencias adversas (nadie querrá jugar contigo).
Sin embargo, pocas veces nos explicaron que compartir está bien, pero no es necesario hacerlo siempre, o que incluso en algunas ocasiones conviene no hacerlo.
Seamos sincero, ¿compartes tus propiedades con la misma facilidad que te exigían de infante? ¿Dejarías tu coche o tu casa a cualquiera, incluso sin conocerlo?
Por supuesto que no, y eso no te convierte en egoísta.
Aclaremos conceptos
Las personas necesitamos seguir nuestros propios instintos y motivaciones para sentirnos bien.
Sin embargo, como hemos vistos, muchas veces se nos ha educado para reprimirlos.
- Debes ser amable.
- Hay que ayudar al prójimo.
- Está feo no acceder cuando te piden un favor…
Pese a todo, nuestra propia naturaleza nos invita a seguir nuestros instintos y esto puede generarnos dilemas sobre nuestros valores.
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¿Estaré siendo egoísta?
Egoísmo vs autocuidado
Cuando reprimimos nuestros instintos o los seguimos en exceso podemos ocasionar daños en nosotros o en los demás.
Por ejemplo, ¿cuántas veces has cedido en algo que no querías hacer? Por ejemplo, ayudar en una mudanza o asistir a una fiesta a la que no querías ir.
Aunque tu instinto te pedía no hacer algo,a pesar de ello lo hiciste. Se generó un “cortocircuito” en tu interior que te hizo decir sí cuando querías decir no. En estos casos, es posible que sintieras rencor o rabia por haber vuelto a ceder sin más.
Si por el contario seguiste tu instinto en exceso y no te paraste a pensar en las consecuencias que tus actos podían generar, es posible que tus acciones dañaran a otros o a tu reputación. En función de cómo sean tus valores, también es muy posible que en esta ocasión te sintieras mal.
En ambos extremos, el daño estaría hecho. En el primer caso, se produjo una clara falta de asertividad. Te preocupó más el bienestar de otros que el tuyo propio, fallando en tu autocuidado. Este tipo de comportamiento, si lo haces con frecuencia, puede dañar tu autoestima.
En el segundo caso, se produjo un exceso de egoísmo que, de repetirse con frecuencia, dañará a otros, tus relaciones y a ti.
Ahora bien, si observas con detenimiento verás que ambos extremos se tocan de algún modo. Ambos dañan. De hecho, en consulta me encuentro con personas que confunden egoísmo con autocuidado.
Esto ocurre en ambas direcciones. Algunos quieren sobreprotegerse y acaban siendo egoístas, mientras que otros, por miedo a ser egoístas, acaban desprotegiéndose.
Como puedes imaginar, la línea entre ambos conceptos puede ser muy fina, por eso merece la pena estar atentos a ella. Para que te sea más sencillo verlo, te dejo estas aclaraciones.
Por un lado, no es lo mismo ser egoísta que sentirse egoísta.
Una persona egoísta busca su propio beneficio por encima de todo. Es decir, no tiene en consideración el daño que sus acciones o palabras puedan generar a otros.
De hecho, las personas egoístas no se preocupan por el bienestar de los demás, y sus esfuerzos en dicha dirección tienden a ser nulos.
No son dadas a compartir, a no ser que puedan obtener algo a cambio y su lema podría resumirse en: “primero yo, después yo y siempre yo”.
Generalmente tienden a reclamar y exigir la atención y favores de los demás, por supuesto, sin dar nada ellos. Es decir, tienden al egocentrismo desmesurado.
De hecho,no les importa pisar a otros para llegar más alto.
Ahora bien, todos podemos comportarnos de forma egoísta en un momento dado, o bien sentirnos egoístas por acciones puntuales.
Esto es así porque cada uno aplica sus propias creencias sobre qué es o qué no es el egoísmo, faltando muchas veces al reconocimiento de sus propios derechos.
- Ana es que me siento egoísta por hacer lo que yo quiero si me están pidiendo un favor.
Lo cierto es que todos tenemos derecho a negar favores, aunque estén bien argumentados. Este es uno de nuestros derechos asertivos, y no por ello somos egoísta.
Es más, puedes negarte, aunque no tengas una “excusa” socialmente aceptada para ello. Y esto es así, porque tú también tienes tus propias necesidades (aunque sean descansar o rascarte la barriga).
Si pensamos en egoísmo como todo acto que pueda priorizar a uno mismo frente a otro, sin importar el grado o el contexto, estaremos perdiendo de vista algo importante. El mirar por uno mismo es algo necesario y adaptativo y, por sí mismo, no equivale a egoísmo.
Por otro lado, es importante diferenciar egoísmo e interés propio
Todos tenemos necesidades que nos llevan a querer mejorar nuestra calidad de vida y eso no nos convierte en egoísta.
Igual que un árbol toma los nutrientes para sobrevivir sin plantearse si las plantas de alrededor también los necesitan, todos tenemos derecho a mirar por nuestro propio interés.
Si bien, como decíamos, el egoísmo lleva a perjudicar a otros a fin de salir aventajados, buscar el interés propio no tiene por qué conllevar el perjuicio de nadie.
Cuando actúas con asertividad, simplemente buscas mejorar tu calidad de vida, reconociendo los derechos ajenos y propios.
Por eso, permíteme preguntarte: cuando te tildas de egoísta, ¿realmente estás considerando tus propios derechos y bienestar?
Importancia de la autoafirmación
Es posible que te sientas egoísta al rechazar peticiones de otros por el tipo de educación que has recibido. Ya te adelanto que, en este sentido, la educación en asertividad e inteligencia emocional suele ser una asignatura pendiente.
Si como decíamos al principio el egoísmo, es una cuestión de grados, de actuar de forma desmedida y excesiva, reflexiona sobre esto: ¿realmente eres egoísta y miras por ti el 100% de las veces?
Salvo que tengas un problema de egocentrismo grave, ya te digo yo que no. Entonces, ¿por qué te sientes egoísta?
Muy sencillo, probablemente porque te falta autoafirmación.
Como señalaba el periodista y sociólogo Gilles Prod´homme, “saber afirmarse implica dos tomas de conciencia esenciales: la conciencia de la propia importancia, y la del derecho a la expresión personal”.
En consulta, suelo encontrar que muchas personas pecan en ambos sentidos: no saben apreciar su valor y no se sienten con derecho a reclamarlo.
Esta falta de autoafirmación es muchas veces la causante de complejos de inferioridad, de ideas de no sentirse merecedor/a del éxito, de menosprecio de la propia importancia personal y, por supuesto, del sentimieno infundado de culpa…
Si recuerdas la pirámide de Maslow sobre necesidades fundamentales del ser humano, todos tenemos la necesidad de sentirnos reconocidos y valorados por nuestros semejantes. Sin embargo, si tu propia percepción de valía está dañada, puede que sientas que esta necesidad de reconocimiento y aceptación social se tambalea. Es decir, puede que te sientas pequeñito y egoísta por mirar por ti.
Cuando esto ocurre, la necesidad de agradar a los demás para sentirte admitido socialmente puede convertirse en dañina.
Es aquí cuando empiezan las dudas sobre si estás siendo o no egoísta, saltan tus alarmas y tu asertividad cae.
Un detalle curioso
¿Te has fijado que por lo general cuesta más negarse a las peticiones de un amigo o familiar que a las de un desconocido?
Esto es así porque tratas de cubrir tu necesidad de pertenencia en el grupo.
De hecho, es posible que “autorices o aceptes” ciertos comportamientos en otros, pero no te los permitas a ti mismo/a. Quizás te sientas egoísta o temas ser calificado/a como tal y te niegas priorizarte.
¿Por qué te mides a ti mismo/a bajo otro criterio? Sencillo, porque te falta asertividad. El miedo al rechazo, a las discusiones o a las represalias suelen estar también muy presentes.
Ten mucho cuidado con esto, porque tú eres quien marca el rasero con el que permitirás que otros te traten. Es más, habrá personas que se aprovechen de tu baja autoafirmación.
Pongamos un ejemplo
Quizás te haya pasado que alguien más que pedirte un favor te lo ha exigido, encima hasta con premura. Si por algún motivo no has querido o no has podido realizarlo, es posible que te hayan tildado de egoísta y se hayan enfadado contigo.
Pese a que tú tienes derecho a no conceder favores, es posible que te hayas sentido mal contigo mismo/a. Es muy probable que incluso te sintieras egoísta o mal amigo/a por no haber cedido a sus peticiones.
Ahora bien, ¿quién está siendo egoísta en esta situación? Salvo que fuese un caso de vida o muerte (o incluso así), nadie tiene derecho a obligarte a hacer un favor a nadie. La persona que trata de presionarte es la que no está teniendo en cuenta tus derechos ni necesidades. No ceder o aceptar una petición no te convierte en egoísta.
Sin embargo, fíjate, si ante la misma situación tú tienes claro tu valor y el de tu tiempo y acciones, por mucho que quieran etiquetarte como “egoísta”, tú no aceptarás dicha etiqueta. Sencillamente tendrás claro que no lo eres.
Para ayudarte a no aceptar etiquetas que no te corresponden puedes plantearte estas cuestiones:
- ¿Si me lo pidiera otra persona que no conozco también cedería a su petición?
- ¿Mi respuesta ha empatizado con su problema y ha respetado mis derechos asertivos?
Problemas que puede acarrearte anteponer siempre las necesidades de otros a las tuyas
Estar siempre disponible a las necesidades o caprichos de los demás es agotador (además de literalmente imposible). De hecho, puede generarte ciertos perjuicios como dolores de cabeza, musculares, estomacales, caída del cabello o encanecimiento, problemas de sueño …
Además, la falta de autoafirmación y de respeto por uno mismo generará baja autoestima, sentimientos de culpa, rabia, estrés, indefensión…
De igual modo, entorpecerá tus relaciones personales, laborales, así como tus relaciones de pareja y familiares. Es imposible estar siempre disponible para todo el mundo.
Por eso, si te sientes egoísta por hacer lo que tú quieres y atender a tus necesidades, quizás sea momento de revisar tus derechos asertivos y fortalecer tu autoestima.
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En Absoluto eres egoista por hacer lo que te gusta y quieres cuando con ello ademàs de hacerte un bièn a ti misma y a tu ser y autoestima de forma totalmente legitima y sana
Tanbièn se lo haces a todas aquellas persona que te quieren y a las que tu quieres.
Un Abrazo
Exacto
Muchas gracias por compartir tu conocimiento
Gracias a ti por comentar. Un saludo.