Qué me enseña la envidia
Autora: Ana Hidalgo
- No quiero ser una persona envidiosa, por eso, ¿qué hacer cuando tengo envidia?, ¿cómo manejarla?
Antes que nada, aclarar que sentir envidia en momentos puntuales no te convierte en una persona envidiosa.
La envidia es tan solo una emoción más de muchas otras (ira, alegría, tristeza, esperanza …).
Sin embargo, la envidia es una de esas emociones consideradas “negativas” o que tienen mala fama social.
Con todo y con eso, es una emoción de la que podemos aprender bastante como veremos más adelante.
¿En qué consiste la envidia?
La envidia nos lleva a compararnos con otros, a ponernos a prueba y a juzgarnos a nosotros mismos.
De alguna manera, nos muestra que ansiamos lo que otra persona tiene o representa. Esto, en ocasiones, nos hace comportarnos como auténticos cretinos.
Así, cuando la envidia nos invade, podemos expresar rencor, ira, ser maleducados, destructivos, mostrar desprecio a otros….
Y es que, cuando la envidia se apodera de ti, te vuelves pequeñito. En realidad, esta emoción te está diciendo: “quiero algo que no me creo capaz de conseguir”.
Es decir, te sientes vulnerable e inferior. De ahí que pueda brotar tu rabia y tu peor versión.
Pero, ¿vale para algo?, ¿qué me enseña la envidia?
Por supuesto que la envidia vale para algo, en realidad, para mucho.
Si la escuchas con atención, la envidia te mostrará aquello que anhelas y esto te facilitará el plantearte objetivos.
Es por eso que es bastante útil, aunque a priori pueda parecer incómoda o esté mal vista.
Además, la envidia te empuja al autoconocimiento y a la autoaceptación.
Es importante conocer nuestras capacidades y también nuestras limitaciones para poder amarnos a nosotros mismos tal cual somos. Ups, ha sonado un poco cursi, pero es cierto.
Sentir envidia tan sólo te advierte de aspectos que todavía no has logrado y que, probablemente no hayas analizado en profundidad.
Por ejemplo, puede que envidies el éxito de una estrella del rock, pero no estés valorando todo lo que ello conlleva (horas de ensayos, viajes constantes lejos de tu familia, acoso de la prensa…).
La envidia está ahí para ayudarte a reflexionar sobre lo que realmente quieres y es prioritario en tu vida, aprovéchala.
¿Qué hacer cuando tengo envidia?
Como te comentaba, puedes aprender mucho de la envidia, incluso sacarla partido y hacer que juegue a tu favor.
Para ello, puedes tener en cuenta las siguientes pautas:
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Detecta tu envidia y compréndela
Si criticas en exceso algo o a alguien, es posible que sea tu envidia la que esté hablando por ti. En lugar de tratar de reprimirla o disimularla, abrázate a ella para analizarla y aprender.
Pregúntate: ¿qué es exactamente lo que me causa el malestar? Recuerda la teoría del espejo, lo que más criticamos suele ser lo que más anhelamos.
¿Qué es lo que realmente quieres lograr?, ¿qué hace que tenga tanto valor para ti?
De este modo podrás ir revisando tu verdad.
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Deja de compararte con otros
Como sabes, todos tenemos cualidades y defectos. Sin embargo, muchas veces no es que tengamos defectos que nos impidan lograr ciertos aspectos, sino que no hemos sabido cómo usar nuestras habilidades para lograrlos.
Como suele decirse: “todos los caminos llevan a Roma” y, que alguien haya logrado algo yendo por un camino, no significa que tú tengas ni que lograr lo mismo ni que tengas que ir por la misma ruta.
Igual que los demás desconocen tu situación y no deberían juzgarte sin saber, tú también desconoces la de ellos, no sabes qué sacrificios han tenido que hacer para lograr aquello que tú quieres y todavía no tienes.
La realidad suele ser más amplia y, cuando te comparas con otros, sólo miras parte de ella, no su totalidad.
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Dale la vuelta a la tortilla
Cuando tengo envidia o alguna otra dificultad en conseguir algo, procuro darle la vuelta a la tortilla.
¿Qué significa esto? Pues que analizo la situación desde otra perspectiva.
Por ejemplo, si es más fácil que aprendas a bailar si tienes delante a alguien que ya sabe bailar (tu profesor de baile) y es más fácil que aprendas a hablar francés si estás con personas que ya hablan ese idioma, ¿no crees que será más fácil que logres eso que quieres si tienes tu maestro delante?
Es decir, dale la vuelta a la tortilla y cambia tu emoción de envidia por admiración.
Infórmate sobre eso que te produce envidia, pregunta, acércate a quienes lo tienen dominado y aprende de ellos.
De esta manera podrás ir avanzando de una forma más saludable y menos dolorosa en tu proyecto.
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Obsérvate
Aunque no lo veas, ya tienes muchas experiencias que pueden acercarte a lograr lo que anhelas.
Por eso, cuando no sepas qué hacer cuando tengas envidia, valora lo que sí tienes, usa tus herramientas y actúa.
Cualquiera puede aprender a entender y manejar sus emociones, ahora bien, hay que estar dispuesto a ello.
A veces, hay que usar tus recursos para fabricar otros nuevos. Por eso, no importa el punto en el que estés, sino la forma en que juegues tus cartas.
Ya sabes que si necesitas un poco de ayuda extra para reorganizar tus recursos y adquirir nuevas habilidades, me tienes a tu disposición.
Muchas gracias, Ana. Espero cada semana con ilusión tus artículos, que me son de enorme ayuda. Magnífico trabajo.Además, me pareces una persona muy cercana.
Muchísimas gracias por tus amables palabras Paqui, me alegra muchísimo saber que mis artículos te son de ayuda. Un saludo.
Buenas noches Ana
Como siempre un artículo muy interesante.
Aunque parezca mentira, ese sentimiento no lo he tenido nunca y después de leerte casi me preocupa.
Quizás es el motivo de mis inseguridades y no valorararme lo suficiente ?
Gracias por compartir y un afectuoso saludo
Hola Mercedes, una vez más gracias por comentar.
Como bien dices, la envidia y la baja valoración de uno mismo pueden generar inseguridades, por lo que sí, pueden ser factores que te estén afectando o te hayan afectado en algún momento.
Ahora toca trabajarlo para hacerle frente y mejorar.
Mucho animo.
Una ves más agradecido,…esto me fortalece y me invita a fortalecer a los otros…ese es el camino, que todos nos ayudemos en ese descubrirnos en la vida.
Gracias por tus amables palabras Gustavo Enrique. Un saludo.