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Estar enamorado, ¿te vuelve idiota?

Cambios que te produce el amor

Autora: Ana Hidalgo

Si te has enamorado alguna vez es muy probable que hayas sentido mariposas en el estómago, hayas sonreído más de lo habitual o notado que tu corazón late más fuerte.

Estar enamorado provoca cambios en nosotros, pero ¿quiere eso decir que nos volvemos idiotas?

Personalmente, no creo que la palabra sea idiota, pero desde luego nuestra perspectiva de la realidad cambia.

¿Qué ocurre en nuestro cuerpo al estar enamorado?

Cuando estamos enamorados nuestro cerebro experimenta cambios.

Ahora bien, estos no tienen por qué ser malos, pese a que la visión popular es que nos vuelve locos.

Algunos de los cambios más importantes son:

  1. Baja la serotonina.

La serotonina es una sustancia química que genera nuestro cuerpo de distintas formas.

Influye en nuestro estado de ánimo, en nuestro ciclo de sueño, en la digestión, en nuestra líbido

Es por eso que cuando nos enamoramos nos cuesta comer, dormir…

Además, la escasez de esta sustancia es también muy frecuente en trastornos obsesivos, lo que explicaría por qué nos obsesionamos (al menos con la persona que amamos) …

  1. Nuestras hormonas se alborotan

Cuando estás enamorado tus hormonas se disparan. Tan sólo hay que ver los efectos de las hormonas en los adolescentes para ver que esto genera grandes cambios.

Por un lado, se libera más adrenalina y noradrenalina. Esto nos genera sentimientos de euforia y esa sensación de fortaleza y bienestar.

Probablemente por eso, cuando nos enamoramos, con frecuencias nos sentimos el rey (o la reina) del mundo.

De hecho, hace que nuestro corazón se acelere ante la persona que amamos. Seguro que a ti también te ha pasado.

Por otro lado, las hormonas sexuales, como la testosterona en los hombres y el estrógeno y la progesterona en la mujer, también se disparan.

Esto hace que se impulse la lujuria y aumente nuestra líbido.

De igual modo, aumenta la hormona del estrés (cortisol), lo que hace que las emociones se sientan más intensamente.

Con este descontrol hormonal, es normal no reconocernos en algunos de nuestros actos.

  1. Nuestro cerebro se llena de dopamina

Este neurotransmisor suele estar relacionado con las emociones placenteras y la sensación de bienestar.

Cuando alguien se enamora la dopamina se libera lentamente, pero en grandes cantidades lo que hace que su efecto perdure.

La dopamina activa nuestro sistema límbico, donde residen las emociones, y esto provoca que se “desconecte” nuestra corteza prefrontal, encargada del razonamiento.

Por tanto, al tener más dopamina apagamos nuestro razonamiento lógico y pensamos con menos claridad. De ahí que se diga que el amor nos vuelve idiotas.

Pero, ¿por qué se producen estos cambios?, ¿enamorarse es realmente de idiotas?

El amor nos cambia, de eso no hay duda, pero nuestro organismo tiene todo un buen argumento para ello.

Con independencia de que queramos o no tener hijos, nuestro cuerpo está preparado biológicamente para poder reproducirse.

Es más, según la teoría del gen egoísta Richard Dawkins, nuestros genes nos empujan a reproducirnos para perpetuar su existencia.

Ahora bien, el que perduren o no en el tiempo depende, según esta teoría, de nuestra capacidad de adaptación al medio.

De hecho, fíjate lo listillo que es nuestro cerebro.

Cambios de adaptación antes de tener pareja

Por un lado, nuestros instintos más primarios nos arrastran hacia una buena elección de pareja genéticamente hablando.

Por ello, nuestro cuerpo está preparado para captar matices casi imperceptibles.

Por ejemplo, si tenemos en mente buscar pareja, tendemos a buscar la simetría de los rostros. Se ha señalado este rasgo como un signo de salud física y, por tanto, mayor probabilidad de perpetuar nuestros genes.

simetría corporalDe ahí que muchas veces los cánones de belleza se ajusten a las facciones simétricas.

De igual modo, nuestro olfato se agudiza tratando de captar la compatibilidad genética y un buen sistema inmunológico.

Seguro que en más de una ocasión has oído hablar de feromonas pues, incluso algunos perfumes están incorporándolas.

Las feromonas nos ayudan, por ejemplo, a diferenciar si la persona comparte nuestros genes (es familiar) o no, a fin de evitar problemas de salud por la duplicidad genética.

Además, la sensación de atracción, activa zonas cerebrales del placer lo que ayuda a que la probabilidad de perpetuar nuestros genes aumente, al engancharnos como una droga.

Así mismo, nuestro cerebro aumenta las neurotropinas (¡vaya palabreja!).

Éstas son las sustancias responsables de que nuestras neuronas estén activas y sean efectivas y de promover nuevas conexiones neuronales.

Quizás sea por eso por lo que podemos hacer “cualquier cosa” por llamar la atención de alguien que nos atrae. Como suele decirse, seríamos capaces de aprender japonés si hiciese falta.

Evidentemente no suelo nuestra química e instintos se agudizan, sino que también nuestro subconsciente se pone en marcha.

Entre todos los posibles candidatos, nuestras experiencias personales hacen su propia selección a la hora de escoger pareja. Así, nuestro cerebro buscará sus propios mecanismos para atraer a la persona deseada.

¿Qué pasa una vez que se encuentra a alguien?

Nuestro organismo está diseñado para facilitar el proceso de mantenernos sanos y hacer perdurar nuestros genes.

Quizás sea por eso por lo que, en el sexo, generalmente se reduce el estrés y se exaltan las sensaciones placenteras.

De hecho, se segregan endorfinas, conocidas como “hormonas de la felicidad” y estas refuerzan nuestras defensas.

Cuanto más besos y caricias compartamos con nuestra pareja, más oxitocina y dopamina liberaremos. Es decir, nos sentiremos más felices y fortaleceremos nuestras defensas.

Sin embargo, como muchos ya habéis experimentado, esto no dura eternamente.

Poco a poco nuestro cerebro se va sensibilizando y nuestro funcionamiento químico vuelve a normalizarse.

Lo curioso es que, pese a este trajín bioquímico en nuestro cuerpo, a todos nos encanta estar enamorados.

Y tú, ¿estás enamorado?


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Sobre la autora:

“Soy Ana Hidalgo, psicóloga de profesión y persona como tú, con grandes experiencias tanto a nivel personal como profesional.

Me dedico a ayudar a personas a superar situaciones difíciles y salir fortalecidas de ellas.

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