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Cómo mantener mi motivación para lograr objetivos

Claves para tener una motivación excelente y algunas anécdotas de cómo aprendí estas claves

Autora: Ana Hidalgo

Cuando nos sentimos bien, no nos falta motivación. En esos momentos, es fácil tener muchos proyectos en mente, plantearse nuevos objetivos e incluso ponerlos en práctica.

Sin embargo, con demasiada frecuencia, estos objetivos se deshinchan rápidamente cuando nuestra motivación decae. Es por eso que muchos de nuestros proyectos terminan yéndose al garete.

Si quieres evitar que tu motivación decaiga tan fácilmente,  toma nota de las claves que te propongo en este artículo. Antes de hablar de ellas, permíteme hacer una aclaración.

Qué es la motivación:

Lo sé, lo sé, ya tienes una idea sobre qué es y qué no es la motivación. Sin embargo, quiero hacer un inciso porque solemos decir que nos sentimos o no motivados a hacer algo, pese a que la motivación no es una emoción. Por eso mismo, no quiero que te confundas.

La motivación es definida por la RAE como: ” el conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona”.

Por su parte, el catedrático en psicología Rafael Bisquerra la define como “la disposición del ánimo para trabajar, emprender, mejorar y realizar cosas nuevas”.

Por tanto, la motivación sería algo así como la fuerza (interna o externa) que activa y dirige nuestra conducta para lograr ciertas metas. Sin embargo, la emoción sería la respuesta a esta fuerza, y se manifiestaría a nivel mental, fisiológico y conductual.

Por eso, tanto tener cmo no tener motivación por algo puede llevarnos a experimentar distintas emociones, distintos sentimientos.

A modo de ejemplo, si nos falta motivación para realizar actividades que antes disfrutábamos, sentimos acidia, pero si lo que nos falta es motivación para realizar actividades cotidianas, sentimos abulia. Ya sé que ahora mismo estas palabras te pueden sonar raras, no pasa nada. Tan sólo es para recalcarte la idea de que no es que te sientas motivado o no, sino que estás motivado o desmotivado para hacer algo concreto.

Es decir, esta motivación o desmotivación es la que te puede hacer sentir un abanico de emociones distintas.

A final del artículo te explico por qué este matiz es importante por si tienes curiosidad, pero ahora, vamos a lo que te interesa. Vamos a revisar las claves o tips para mantener la motivación y lograr objetivos.

7 Claves para mantener tu motivación:

  1. Antes que nada, asegúrate de que tus objetivos están bien planteados

Esto es: son concretos, medibles y te aportan algo de gran valor para ti.

Es importante que los tengas bien definidos, de lo contrario quedarán tan difuminados que no sabrás por donde empezar.

Ten en cuenta que todo objetivo se compone de otros específicos más pequeños, alcanzables y manejables.

Además, los objetivos deben repartirse en el tiempo de forma ordenada y con cierta cronología. Si te suena a chino, no te preocupes. Te recuerdo que te expliqué cómo hacerlo en otro post (pincha aquí para leerlo). Además, es importante revisar bien los objetivos y asegurarse de que están pensados por ti y para ti.

De hecho, puede ser que te cueste encontrar la motivación para alcanzar tus objetivos porque no provienen de ti, sino de la presión social, y no tanto por tus deseos más profundos.

Te cuento cómo me sucedió a mí:

Hace años, los demás me decían que tenía que hacer más ejercicio, y yo siempre cedía y me lo proponía como objetivo cada inicio de año.

Sabía que hacer ejercicio sería beneficioso para mí. Sin embargo, no me motivaba nada de nada el ponerme a ello, lo veía como una carga y no creía que mi salud estuviera tan mal como para merecer ese sacrificio.

La consecuencia de ello: no era nada constante con ese objetivo y terminaba abandonándolo.

Sin embargo, cuando mi hija era pequeña, comprendí la importancia que realmente tenía el ejercicio en mi salud. Me di cuenta que me ahogaba y no podía seguir el ritmo a mi hija para jugar al pilla pilla o montar en bici con ella.

Fue así cómo encontré mi motivación y  conseguí practicar ejercicio de forma regular. Es decir: OBJETIVO LOGRADO AL PLANTEARLO POR MÍ, Y NO POR PRESIÓN SOCIAL.

[ACTUALIZACIÓN]: Durante los años en los que mi hija ha sido pequeña este objetivo, así planteado, me vino de maravilla. Ahora bien, mi hija creció y se hizo necesario buscar otro objetivo que me motivase, dado que los tiempos de jugar al pilla pilla con ella ya terminaron. Con esto quiero decirte que será importante que revises y actualices tus objetivos. Puede que estés desmostivado/a porque tus prioridades han evolucionado y debes volver a redefinirlas.

  1. Se  constante, pero no tengas prisa

No olvides ajustar bien el tiempo que necesitarás en alcanzar tus metas.

A veces creemos que seremos más rápidos en conseguir algo y nos desanimamos cuando no sucede así.

Por tanto, trata de ser lo más realista posible a la hora de plantear tus objetivos, reservando un tiempo extra para imprevistos.

No importa tanto lo que tardes sino lo que consigas. Es decir, cultiva tu paciencia.

Así lo aprendí yo:

Cuando era pequeña mi abuela me enseñó a hacer ganchillo.

Yo estaba deseosa por acabar el tapete que estaba realizando y por eso no prestaba demasiada atención a cada uno de los puntos que debía dar para hacer el dibujo de mariposa que me había propuesto.

Ella, con mucha tranquilidad, me deshacía todo lo hecho hasta eliminar el fallo y me pedía que volviera a empezar desde ahí.

– “Cuando lo termines, nadie sabrá si tardaste una semana o un mes en hacerlo, sólo se verá que está bien hecho. Sin embargo, si por acabar pronto permites que tengas fallos, estos volverán a ti cada vez que mires el tapete, aunque hayan pasado muchos años”.

¡Qué sabia era mi abuela!, me dio un gran consejo sin que yo en ese momento me diera ni cuenta (LAS PRISAS NO SON BUENAS PARA ALCANZAR OBJETIVOS).

  1. Si la pereza llega a ti y te cuesta arrancar, comienza con cosas sencillas.

Si notas que te cuesta alcanzar algún objetivo puede ser porque es demasiado grande, o está mál definido.

Concrétalo y divídelo en objetivos más pequeños. Hazlo tantas veces como sean necesarias hasta que puedas manejarlo mejor.

Te cuento cómo lo hice:

Lo puse en marcha cuando todavía estaba en la facultad y alguna asignatura no me gustaba o me resultaba especialmente difícil.

Cuando tocaba estudiar biología…pufff, siempre encontraba mil cosas que hacer. Me resultaba muy difícil memorizar tantos nombres y por eso, para “justificar” el demorar estudiarla, hacía antes cualquier cosa (limpiaba la casa, hacía la compra, recordaba hacer alguna llamada “importante”…), lo que fuera para no estudiar. Sin embargo, esto sólo conseguía aumentar la tensión a la hora de su estudio.

Por suerte, aprendí que, cuando nos enfrentamos a aquello que tememos, aumentamos nuestra seguridad (lo consigamos vencer o no).

Para lograrlo planeé una estrategia que me ayudó a estudiar: dividir la tarea en una secuencia de pasos muy sencillos.

Lo primero era preparar todo el material, después sentarme en la habitación (podían pasar unos minutos sin hacer nada más, sólo mirar los libros cerrados, pero debía permanecer allí).

A continuación, abría el libro por el tema a estudiar. No hacía falta hacer nada más, pero igualmente, debía permanecer allí.

Pasado un par de minutos comenzaba leyendo los primeros párrafos, una y otra vez si fuera necesario hasta que estuviese dispuesta a seguir avanzando.

A simple vista puede parecer un ejercicio sumamente tonto, pero este pequeño ritual para los “días malos” favorecía mi motivación.

Esta división en tareas sencillas me ayudaba a no iniciar en ese tiempo otras conductas alternativas que me alejaran de mi objetivo y, a la vez, estos sencillos pasos me acercaban y concienciaban de qué es lo que tenía que hacer.

  1. Diviértete logrando tu objetivo.

No me he vuelto loca, todas las tareas que tenemos que desarrollar pueden tener un lado divertido. Me viene a la cabeza la canción de Mary Poppins (“con un poco de azúcar…”).

Que ves que tu tareas es súper aburrida, rétate a ti mismo para hacerla en un tiempo determinado y después trata de mejorar tu marca personal.

También puedes buscar otra actividad que te guste y que puedas compaginar con el logro de tus objetivos. Cuando la encuentres, verás cómo hacer la tarea comienza a ser más sencillo.

Te pongo un ejemplo de cómo lo hice:

A mí no me gusta nada cocinar, y menos aún alguna comida que no me guste demasiado, por eso, cuando decidí aprender a comer de forma más saludable, aproveché para poner música que me gustara y echarme algún bailecillo en la cocina.

De este modo, cocinar comenzó a resultarme más sencillo e incluso apetecible dado que suponía mi ratito de dispersión personal.

A día de hoy sigue sin gustarme la cocina, pero ya no lo vivo como la carga enorme que lo vivía antes.

  1. Crea, busca variedad en las tareas que te acercan a tus metas.

Para lograr un mismo fin existen caminos distintos, y no es necesario hacerlo siempre de igual manera. Quién sabe, quizás puedas descubrir algo que te apasiona.

El poder ser creativo, e innovar de vez en cuando, te ayudará a mantener la motivación que necesitas. Si todos los caminos llevan a Roma, no necesias avanzar siempre por el mismo camino para llegar.

Te pongo varios ejemplos:

Para mejorar tu estado de salud realizando ejercicio, puedes alternar el correr con la bici, el baile o el boxeo.

Si quieres comer más vegetales, puedes cambiar el tipo de verduras que consumes o la forma en que la cocinas.

Para mejorar tu nivel de inglés, puedes combinar las clases de la academia con las películas en versión original, la música que te guste en este idioma, las quedadas en bares para el intercambio de idiomas, etc., etc.

Como puedes imaginar, todas estas estrategias las he ido poniendo en práctica para no caer en la monotonía y perder mi motivación, piensa qué puedes hacer tú para hacer tus tareas algo más variadas.

  1. Sin obsesionarte, adelántate a las dificultades y aprende de ellas cuando lleguen.

Todos los grandes objetivos plantean grandes retos, lo que se traduce en encontrar dificultades de vez en cuando.

Lista todo aquello que creas puede salir mal y busca una solución antes de que suceda.

De este modo, te será más fácil vencer tus miedos y los baches del camino te serán más suaves. En consecuencia, te desanimarás menos con cada piedra encontrada.

Recuerda que los errores y baches son sólo una parte del camino que hay que aceptar como parte del aprendizaje.

Me encanta contar siempre con un plan alternativo, pero tampoco hay que obsesionarse con eso.

Por lo general, las cosas tienden a ir bien, aunque a veces la vida nos hace dar un rodeo.

Es como una buena novela, si el protagonista no se cruzara con ninguna dificultad por el camino y todo le saliera perfecto siempre, no sólo sería irreal y aburridísima, sino que se perdería muchísimos aprendizajes.

  1. Recompénsate por tus pequeños y grandes avances.

Si como te comentaba al principio has definido bien tu objetivo, tendrás claro por qué haces lo que estás haciendo.

Es decir, tener presente su utilidad aportará todo el esfuerzo que supone el lograr tu objetivo.

Con frecuencia olvidamos fácilmente nuestro objetivo y por eso nos desmotivamos. Para evitar que te pase esto, escríbelo en un papel y tenlo siempre visible.

Prepara alertas de recordatorio en el móvil para que semanal o quincenalmente te inspiren a seguir y continuar tus esfuerzos.

También puedes pedirle a un amigo que revise mensualmente tu progreso y te ayude a recordar por qué lo haces…

Busca todas aquellas estrategias que se te ocurran para mantener tu motivación al alza cada día.

De este modo, recordando sus beneficios te será mucho más fácil continuar hasta alcanzar tus objetivos.

Además, como el esfuerzo debe tener recompensa, no olvides recompensarte por tus avances, ya sean grandes o pequeños pues esto te ayudará a mantener tu motivación viva y a ser más positivo con las expectativas de logro de tus objetivos.

Quizás te interese saber

Como hemos comentado, la falta de motivación,  puede venir generada por varias vías: didicultad de la tarea o mala definición de la misma, miedo a enfrentarla, tarea tediosa y aburrida, desconocimiento de sus beneficios…

Ahora bien, no siempre que estamos desmotivados sentimos lo mismo. De hecho, existen varias emociones relacionadas que pueden ayudarte a entender el por qué de tu falta de motivación. Entre las más comunes: apatía, abulia, acidia y tedio.

Te recalco esto porque tus emociones pueden ser tus aliadas a la hora de entender qué te pasa, por qué actúas de una determinada manera y no de otra.

Cada emoción tiene su propio matiz y su propio aprendizaje. Precisamente por eso, porque son bastante útiles, desde aquí te animo a volver a otorgarles el valor y la atención que merecen.

Cada semana hablo de emociones en mi canal de YouTube, en la sección de shorts. Te invito a trastear un poco e ir familiarizándote con estas y otras emociones. Ya sabes que cuanto mejor entiendas tus emociones, mejor te entenderás a ti mismo, mejor te aceptarás y te aceptarán.

Ahora te pido un favorcito…

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Si deseas recibir mi ayuda profesional ya sabes que estaré encantada de ayudarte.

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Ana M. Hidalgo

www.terapiaconAna.com

Sobre la autora:

Ana Hidalgo.

“Soy Ana Hidalgo, psicóloga de profesión y persona como tú, con grandes experiencias tanto a nivel personal como profesional.

Me dedico a ayudar a personas a superar situaciones difíciles y salir fortalecidas de ellas.

Si quieres recibir semanalmente artículos sobre amor, desamor y relaciones en general, suscríbete gratis a mi blog en terapiaconAna.com”

 

 

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