¿Qué es eso de procrastinar?, ¿es malo?
Enseñanzas de la procrastinación
Autora: Ana M. Hidalgo
¿Debemos decidir a tiempo o procrastinar?, ¿es tan malo como cuentan?
Siempre hemos oído decir eso de que la peor decisión que podemos tomar es NO DECIDIR, aplazar nuestra decisión hasta el infinito.
Sin embargo, procrastinar las decisiones, esto es, demorarlas, puede ser algo acertado en algún momento determinado de tu vida. De hecho, si lo hacemos tanto, será por algo, ¿no?
Pero vayamos por partes.
¿Qué es eso de procrastinar?
La verdad es que, aunque la palabreja suene fea y cueste hasta decirla, es bastante sencilla de entender. Procrastinar no es ni más ni menos que aplazar nuestros actos o decisiones.
Seguro que en alguna ocasión te ha dado pereza hacer algo, o te ha resultado difícil y has decidido aplazarlo. Si es así, tú también has procrastinado en esos momentos.
Ahora bien, aunque el dicho dice «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy», no siempre es cierto.
Por ejemplo, no tomar decisiones importantes cuando estamos muy decaídos o muy enfadados, puede ser una buena norma. Sin embargo, eso no sería del todo procrastinación, dado que sí has decidido de forma consciente.
El problema viene cuando la indecisión se apodera de ti y eres incapaz de decidir a tiempo. Es decir, cuando la incertidumbre te lleva a procrastinar. Aquí es cuando se entrometen emociones de por medio.
Pero entonces, si procrastinas por culpa de tus emociones ¿es mala la procrastinación?, ¿eres responsable de ella?
Como todo en esta vida, la procrastinación tiene al menos dos caras.
¿Qué ocurre si tardamos en decidir?
Tomar malas decisiones puede ser peligroso, pero no tomarlas suele ser bastante peor.
El no saber qué hubiese pasado si hubieses hecho esto o aquello, suele ser una de las causas de arrepentimiento más frecuentes.
Podemos asumir un error, pero nos cuesta mucho más sobreponernos de una indecisión.
Lo curioso es que, en todo caso, hagamos lo que hagamos, decidamos o no, estamos eligiendo.
Podemos decidir actuar de una forma u otra, pero al no decidirnos por ninguna alternativa, estamos tomando la decisión de no decidir, de no actuar, y esto ya constituye una decisión en sí misma, que por lo general suele ser mala.
Entre otros motivos, porque te lleva a perder el control de tu vida, a sentirte arrastrado por las circunstancias. Cuando esto nos sucede, acabamos sintiendo indefensión, decaimiento, cansancio… es decir, terminamos siendo menos felices.
Por eso mismo, procrastinar no es gratis.
Cuando nos engañamos a nosotros mismos diciendo: “lo haré un día de estos”, en realidad estamos diciendo “no lo haré ninguno de estos días”, “nunca lo haré”.
Tu falta de decisión tiene un precio muye elevado: el tiempo.
Te guste o no, tu tiempo seguirá corriendo, y se irá agotando, aunque no decidas o actúes. Es más, la experiencia me ha enseñado que el tiempo por sí solo no arregla las cosas. De hecho, suele complicarlas un poco más.
El ejemplo que suelo dar es el de limpiar los cacharros sucios. Si tardas en limpiar el cazo o la sartén es probable que la grasa quede requemada y te cueste más sacarla. En la vida, con los problemas suele ocurrir lo mismo, si no los enfrentas y procrastinas, acaban con frecuencia empeorando.
Entonces, ¿procrastinar es definitivamente malo?
No. El hecho de procrastinar te está avisando de algo que hay enterrado de forma más profunda en ti. Sigamos indagando.
¿Por qué procrastinamos?, ¿qué nos enseña la procrastinación?
Aplazar una decisión puede esconder una señal interior que nos advierte de algo más importante que el objetivo que queremos alcanzar y que estamos posponiendo. Es precisamente aquí donde radica su magia y su utilidad.
Por lo general, aplazamos nuestras tareas por varios motivos: pereza, miedo o perfeccionismo.
Procrastinar por pereza
En muchos casos aplazamos una tarea hasta el infinito porque nos da pereza. Ahora bien, si te pones a rascar un poco en el origen de esa pereza es posible que encuentres miedo o falta de motivación.
Como del miedo nos ocuparemos luego, veamos que nos quiere decir el procrastinar por desmotivación.
Una tarea puede no motivarnos por muchos motivos: la tarea en sí no nos gusta, no la encontramos relevante, nos sentimos tan abatidos que nada nos motiva…
En este último caso es posible que estemos hasta alguna sintomatología depresiva, especialmente si se trata de una tarea que antes nos gustaba. Mucho cuidado con esto.
Si te pillas procrastinando por pereza, trata de averiguar a qué se debe, puede que tu procrastinación te esté avisando de tu malestar emocional.
Como ves, esto es muy positivo, dado que te está ayudando a ver un problema que quizás no habías percibido.
Plantéate:
- ¿Cuál es el verdadero motivo que me empuja a aplazar mi decisión o actuación?, ¿me encuentro decaído en general?
- ¿El objetivo que se atrasa, es realmente algo cuya necesidad entiendo y/o deseo o viene impuesto desde fuera?, ¿existe otro camino para alcanzar este objetivo?
Conocer estos aspectos te dará una pista de lo que quiere comunicarte tu procrastinación, si debes cambiar tu objetivo (para qué), si necesitas cuidar tu salud emocional…
Aplazar por miedo
Como en el caso anterior, tu procrastinación te puede alentar de que hay algo que te está alterando emocionalmente.
Hay muchos motivos relacionados con el miedo por el que muchas personas procrastinan sus decisiones. Por ejemplo, miedo a equivocarse, a sentir el vértigo del éxito, a ser juzgados por otros, no dar la talla…
Estos casos son curiosos porque, como dijo Séneca: “No nos falta el valor de emprender ciertas cosas porque sean difíciles, sino que son difíciles porque nos falta el valor para emprenderlas”.
Procrastinar una acción o una decisión por miedo consigue calmarnos momentáneamente. De esta forma, no tendremos que enfrentarnos ahora al miedo. Sin embargo, paradójicamente la procrastinación alimenta al miedo y lo hace crecer. Es más, puede hacer que el miedo se extienda a otras áreas de tu vida.
Estudia tu verdadero temor, el porqué de tu inacción. Plantéate:
- ¿Qué es lo que realmente me asusta y me impide actuar?, ¿qué se de este miedo?, ¿qué podría hacer para vencerlo?
En cualquier caso, como ves, tu propia procrastinación te puede llevar a descubrir algún miedo oculto, por lo que tiene sus ventajas si sabes escuchar lo que tiene que decirte.
No decidir a tiempo o procrastinar por perfeccionismo
En ocasiones, el perfeccionismo y la falsa ilusión de esperar al momento perfecto, pueden llevarte a procrastinar. Sin embargo, debemos aceptar que el momento perfecto no existe. Es más, te diré un gran secreto: tampoco lo necesitas.
¿Recuerdas cuando aprendiste a montar en bici? No disponías ni del equilibrio ni probablemente de la coordinación que requería, no era un momento perfecto, pero te subiste a tu bici y lo intentaste, y gracias a eso lograste tu objetivo.
¿Te has planteado qué te empujó a la acción pese a no ser el momento “perfecto”?
Fue tu motivo más profundo para hacerlo, algo por lo que te merecieron la pena las raspaduras en las rodillas y las caídas.
Quizás tu motivo fue sentirte mayor, o llegar a los sitios más rápidamente, no importa. Lo importante es que tenías un motivo, uno tan poderoso que te llevo a actuar.
Si estás en esta situación, eso es lo que te animo a buscar, el verdadero motivo que te empuja a actuar, tu para qué. Como suelo decirte, la mayoría de las veces hecho es mejor que perfecto.
En estos casos la procrastinación te avisa de que quizás debas aflojar un poco con tu perfeccionismo. Es decir, quizás tienes que aceptar que no siempre acertarás a la primera ni dispondrás de todos los recursos, pero si quieres algo, debes ir a por ello con lo que tengas en ese momento. Como ocurre en los videojuegos, ya la vida te irá dando las herramientas que te faltan por el camino.
Entonces, ¿debo decidir a tiempo o procrastinar?
Como has visto, el hecho de procrastinar en alguna ocasión no es tan alarmante como lo pinta. Sobre todo, si sabes pararte a dialogar con tu demora.
Ahora bien, eso no quiere decir que te anime a aplazar tus actos o decisiones. De hecho, quiero compartirte 3 motivos por los que tomar acción sin procrastinar.
Como ya te había adelantado, decidir a tiempo y no procrastinar te ayudará a ser más feliz.
Diversos estudios científicos han demostrado que tomar decisiones nos hace tener la sensación de ser capaces y, al menos en parte, de dirigir nuestra propia vida, lo que se ha demostrado nos hace más felices.
Por el contrario, el creer que no somos responsables de lo que nos sucede, puede incluso llegar a reducir los años de vida.
En segundo lugar, algunos estudios han verificado que lo importante es decidir. No importa si tu decisión es tan acertada como esperabas o no, el hecho de tomar decisiones consistentes, inamovibles, donde no hay oportunidad de cambio, te ayudará a valorar más positivamente la decisión tomada frente a las opciones desechadas, haciéndote sentir más competente y feliz.
Es decir, eso de quemar tus naves para que no tengas más opción que la elegida puede beneficiarte.
Finalmente, quería recalcarte que, dado que el no decidir también es una decisión, una buena opción cuando no se sabe qué decidir consiste en determinar qué harás para decidir.
Por ejemplo, dado que no puedes decidir, puedes pensar en con qué estrategias tomarás tu elección: basándote en algo arbitrario como decidir a cara o cruz; listando los pros y los contras; pidiendo opinión a un experto…
El hecho de tener tu estrategia establecida te ayudará a tomar decisiones con las que te sentirás más seguro. Atrévete a decidir sobre qué sucederá en tu vida.
ARTÍCULOS RELACIONADOS:
Puedes encontrar información similar en los artículos: «cómo cumplir propósitos y objetivos» y en «reglas para educar tu voluntad«.
Si quieres recibir semanalmente artículos sobre amor, desamor y relaciones en general, suscríbete gratis a mi blog y consigue de regalo la guía Pon Rumbo al Cambio.
Trackbacks/Pingbacks