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Siete estrategias efectivas para dejar de hablar en exceso y mejorar tu comunicación

Si quieres dejar de hablar de forma excesiva y comunicar mejor, este artículo te interesa.

Ya en su día hablé sobre qué hacer con las personas que hablan mucho y no dejan hablar. Sin embargo, he visto que varias personas comentan que son ellos los que hablan en exceso y no saben qué hacer. Es por eso que, si este es tu caso, en este artículo voy a darte, precisamente, 7 estrategias efectivas para que puedas controlar la tendencia de hablar en exceso.

Tips para ser un buen conversador y dejar de hablar de forma excesiva

Si hablas mucho y sientes que puede ser un problema, aquí te presento algunas sugerencias de lo que puedes hacer para dejar de hablar de forma excesiva y no sentirte un bocazas:

1.      Practica la escucha activa

Muchas veces reaccionamos a lo que otros nos dicen. No hemos dado ni tiempo a que se expliquen y ya tenemos la réplica en la boca. Esto nos pasa mucho cuando pensamos que los demás nos están atacando o queremos impresionarlos de algún modo.

Sin embargo, ambos lo sabemos: reaccionar no es igual que responder, ni oír no es lo mismo que escuchar. ¿Crees que los políticos reaccionan o responden a lo que su entrevistador les dice?, ¿por qué crees que nos suelen aburrir tanto sus discursos?

Por lo general, se centran más en evadir preguntas que en conversar y para ello hacen discursos larguísimos que les hacen perder credibilidad.

Te digo esto para que lo tengas en mente.

Si quieres dejar de hablar de forma excesiva, deja de comportarte como un político. Aprende a escuchar.

Por eso mismo, la primera estrategia para dejar de hablar de forma excesiva es escuchar más. Y es que, a menudo, cuando hablamos demasiado, es porque no estamos escuchando lo suficiente.

Si te interesa saber cómo hacerlo, te invito a revisar el artículo donde di las claves para aprender a escuchar. Pincha aquí para acceder. La escucha activa te permitirá entender mejor las necesidades y expectativas de los demás. Sin duda, esto te permitirá dejar de parlotear a lo loco.

De esta forma, el escuchar más, te evitará ser redundante, cansino, comentar algo que ya saben o no les interesa. Presta atención a lo que la otra persona está diciendo y trata de entender su punto de vista antes de responder.

Para asegurarte de que estás entendiendo bien sus palabras e intenciones, hazles preguntas relevantes o pide aclaraciones si lo ves necesario. Así podrás ser más conciso e ir al grano.

2.      Piensa antes de hablar

Si eres de las personas que hablan en exceso, es posible que tiendas a ser una persona impulsiva.

No es necesario responder a toda prisa cuando alguien te pregunta algo o te hace un comentario. En lugar de eso, tómate un momento para pensar antes de responder. No tengas miedo de pedirle unos segundos para reflexionar antes de dar tu respuesta. Mantén la calma un momento.

Puedes usar ese tiempo para respirar y contar hasta cinco. Esto te ayudará a estar un poco más calmado/a y no tener tanta necesidad de volcar todas tus ideas de golpe. Es mejor organizarlas e ir paso a paso, una a una.

Pensar antes de hablar te permite además ser un buen comunicador al ser consciente de tu audiencia. ¿Hablarías igual a un niño que a tu jefe? Probablemente no, escogerías el vocabulario y el tono apropiado para cada uno de ellos.

Probablemente no sólo hables en exceso, sino que también lo haces de forma atropellada sin cuidar las formas, el contenido o el momento.

Seleccionar bien las palabras es importante para evitar hablar de forma excesiva y tener una buena comunicación.

UN TRUQUITO:

Antes de hablar, usa los tres filtros de la comunicación de Sócrates.

El respetado filósofo proponía aplicar el filtro de la verdad, la bondad y la utilidad. Es decir, plantéate, ¿lo que voy a decir es del todo cierto?, ¿es bueno para mi interlocutor?, ¿aporta alguna utilidad el que la otra persona lo sepa?

Además de estos tres filtros yo añadiría otros dos: las formas y el momento. Pregúntate: ¿es esta la mejor forma y momento de comunicarlo?

Ten en cuenta que a veces, podemos sentir la necesidad de llenar el silencio con palabras innecesarias o repetitivas. Si este es el caso, ante la duda de decir algo o no, puedes ahorrarte esos comentarios si no pasan los 5 filtros comentados. De esta forma, tus discursos comenzarán a ser más concisos, efectivos y apropiados. Es decir, te ayudarán a controlar tu verborrea.

3.      Considera el impacto de tus palabras:

Aunque está ya implícito en los tres filtros de la comunicación, quiero destacar esta idea sobre la importancia de las palabras. Como ya hemos hablado en otros artículos, el cómo nos hablemos a nosotros mismos y a los demás, puede tener un gran impacto.

Por eso, antes de hablar, considera cómo tus palabras pueden afectar a la otra persona. Piensa en lo que quieres decir y en cómo lo quieres decir, para evitar herir los sentimientos de los demás o causar conflicto.

A veces es mejor morderse la lengua que decir algo que luego lamentaremos, como emplear palabras malsonantes o confesar algo de lo que luego nos arrepentimos.

Uno de los problemas que las personas que hablan en exceso suelen confesarme es que “se les escapan” cosas. De hecho, muchas se definen así mismas como “bocazas”.

Como dice el refrán: “en boca cerrada no entran moscas”. Si no quieres meter la pata y decir algo imprudente, te tocará ajustar tus palabras en cantidad y calidad.

Lo sé, la mayoría de las veces que somos bocazas no hay mala intención detrás, simplemente verborrea descontrolada. Por eso mismo, si crees que puedes estar descontrolándote y hablando en exceso, presta atención a la reacción de la otra persona mientras hablas. Si parecen dolidos, distraídos o aburridos, es posible que debas ajustar tu forma de hablar.

Como veremos más adelante, esto tendencia a ser bocazas, puede tener mucho que ver con tus emociones, por lo que préstales atención. Tal vez sea tu enfado, por ejemplo, el que te hace hablar de más y cargar sobre otros.

4.      Practica la pausa

La pausa no es sólo útil en Netflix para escaparte al baño un momento mientras ves una peli. La pausa es una herramienta que te va a resultar muy útil para dejar de hablar de forma excesiva.

Quizás te hayas dado cuenta que a veces, tendemos a hablar sin parar por miedo a los silencios en la conversación. Esto nos puede pasar especialmente si no tenemos mucha confianza con la otra persona o nos sentimos juzgados. Sin embargo, las pausas pueden ser muy útiles para permitir que la otra persona procese la información y tenga tiempo para responder.

Si te sientes tentado a seguir hablando, practica la pausa y permite que la otra persona tenga su turno para hablar.

Trata de ser más conciso y directo para evitar prolongar la conversación de forma innecesaria. Esto ayudará a mantener la atención de la otra persona y mantener un diálogo, no un monólogo tú solo/a.

Al fin y al cabo, las pausas tienen grandes ventajas: fomentan la atención, favorece el que te entiendan mejor y tengas tiempo de ordenar ideas, proyectan seguridad sobre ti al no acelerarte, permiten mantener una conversación abierta al diálogo, te ayudan a calmar los nervios…

Algunos trucos para usar bien la pausa en una conversación son:

  • Empléala antes de empezar a hablar por primera vez. Usa este momento para erguirte, mirar a tu interlocutor, respirar y aclarar ideas. Esto ayudará a que presten atención a lo que tienes que decir.
  • Entre idea e idea que quieras presentar, deja un silencio de unos segundos para permitir que los otros ordenen sus ideas o participen ampliando la información de la que estáis hablando.
  • Si quieres animar a que la otra persona hable también, puedes hacerle algún tipo de pregunta y realizar un silencio más largo. De esta forma favorecerás la comunicación.

5.      Sé consciente de tu lenguaje corporal

Aunque te puede sonar raro, para controlar el hablar de forma excesiva, tendrás que ser consciente de tu lenguaje corporal y el de tu interlocutor.

Te lo explico poco a poco:

Si te sientes incómodo o inseguro en una conversación, es probable que tu lenguaje corporal refleje ese estado de ánimo. Por ejemplo, te mueves de un lado a otro, miras constantemente tu teléfono, añades coletillas al hablar… Esto puede distraer a los demás y prolongar innecesariamente la conversación al requerir más explicaciones.

Por eso mismo, mantén una postura segura y confiada, así como el contacto visual con la persona con la que estás hablando.

En cuanto a la postura y el lenguaje no verbal de tu interlocutor, es importante que te fijes en él para ajustar tu discurso. Por ejemplo, si la otra persona mira mucho su reloj, puede que tenga prisa o que tu discurso le esté pareciendo eterno.

Observa las señales no verbales de la persona con la que estás hablando. Si parece aburrida o distraída, trata de ajustar tu forma de hablar para mantener su interés. Haz un esfuerzo por cambiar tu enfoque o tono de voz. No es que les moleste que hables, sino que quizás tu discurso no les resulta interesante.

Acuérdate del típico profesor que habla de forma monótona, ¿verdad que parecía que hablaba una barbaridad? Seguramente, hablaba igual que cualquier otro profesor, su hora de clase, pero se te hacía pesado por su tono.

Fijarte en el lenguaje corporal de tu interlocutor te dará pistas sobre si debes ajustar tu tonalidad, la velocidad del discurso, las pausas, el contenido, el lenguaje… De esta forma, se te verá como una persona comunicadora, con algo importante que decir.

6.      Ten presente las emociones antes de hablar

¿Verdad que si vas a la compra teniendo hambre es probable que compres en exceso y añadas productos que no necesitas?

Lo mismo pasa con las emociones a la hora de hablar. Si llevas mucho tiempo a solas o aburrido, es muy probable que tengas excesiva necesidad de hablar y sobrecargues a tu interlocutor.

Saber de antemano cómo te sientes, puede ayudarte a elegir mejor el momento de hablar. Por ejemplo, cuando estamos emocionados o enojados, podemos decir cosas que no queremos decir. Quizás ciertas conversaciones sean mejor abordarlas cuando estás en calma. Por eso, trata de ser consciente de tus emociones y toma un momento para calmarte antes de hablar.

De igual modo, para no hablar de forma excesiva, es importante practicar la empatía. Es decir, atender también a las emociones de los demás.

Puede que tú estés en un momento ideal para hablar, pero quizás la otra persona no lo está. Por ejemplo, puede que esté cansada, que tenga la cabeza en otro sitio que le preocupa, que le duela algo y necesite algo de paz y tranquilidad…

Por eso mismo, trata de ponerte en el lugar de la otra persona antes de hablar. Piensa en cómo te sentirías si te dijeran lo mismo que estás a punto de decir en una situación similar.

La empatía puede ayudarte a elegir tus palabras con más cuidado y consideración. Además, despertará tu interés genuino en lo que otros tienen que decir y aportar. De esta forma, te resultará más fácil hacer preguntas relevantes que permitan a la otra persona expresar sus opiniones y pensamientos. Esto no solo mantendrá su interés, y te hará ser visto como más considerado/a, sino que también te permitirá conocer mejor a tu interlocutor.

7.      Utiliza el sentido común

Lo sé, esta frase puede sonar fea. Sé que utilizas el sentido común habitualmente, simplemente a veces cuesta mantener el foco.

Si tú mismo/a sientes que has hablado demasiado sobre un tema, es probable que las personas que te rodean también sientan lo mismo. Si estás en una conversación y sientes que has expresado todo lo que necesitas decir, es hora de dar un paso atrás y permitir que otros tengan su turno para hablar.

Por eso mismo, evita monopolizar las conversaciones. Asegúrate de dar a los demás la oportunidad de hablar. Deja pausas en la conversación para permitir que la otra persona exprese sus ideas.

Ambos tendríais que tener tiempo para hablar, no te preocupes. Cuando llegue tu turno, se interesante. Un truquito puede ser incorporar anécdotas o historias que puedan ser relevantes para la conversación. Esto no solo te hace más interesante como comunicador/a, sino que también puede ser una forma de conectarte con la otra persona. Eso sí, no trates de ser quien no eres. Habla desde el corazón y trata de ser tú mismo/a en la conversación. La autenticidad puede hacer que la conversación sea más interesante y atractiva para los demás.

Conclusiones sobre hablar de forma excesiva

Hablar demasiado no es necesariamente malo, pero es importante saber cuándo es el momento adecuado para hablar y cuándo es mejor escuchar.

Si tienes dificultades para controlar la cantidad de palabras que dices, es importante que practiques estos consejos para mejorar tu capacidad de comunicación. Si aún así, crees que necesitas un poco de ayuda extra, ya sabes que me tienes a tu disposición. Podemos revisar tu caso más en profundidad en el contexto de una terapia.

En cualquier caso, recuerda que aprender a pensar antes de hablar es una habilidad que se desarrolla con el tiempo y la práctica. No te desanimes si no lo logras de inmediato, sigue trabajando en mejorar tu habilidad de comunicación y verás resultados positivos a largo plazo. Poco a poco te convertirás en una persona más consciente y considerada en tus conversaciones.

Evita que este artículo sea un monólogo, déjame tu comentario contándome tu experiencia al respecto.

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