google-site-verification: google7dcda757e565a307.html

Cómo manejar el deseo de venganza

Aunque en alguna ocasión todos hemos podido sentir el deseo de venganza, no siempre es sencillo entender qué es, para qué sirve o cómo podemos manejarla.

Es más, es muy posible que pienses que la venganza nunca es buena o que sólo existe un tipo de venganza. Sin embargo, no es así. En este artículo vamos a desmontar distintos mitos sobre la venganza.

Qué es la venganza

Empezamos aquí desmontando un primer mito sobre ella. Pese a lo que muchos creen, no es una emoción o sentimiento. La venganza es en sí misma la acción que emprendemos contra otro con el deseo de ofenderlo, dañarlo o lastimarlo, tras haber percibido un dolor previo (real o imaginario) proveniente de esa persona/ser.

Por eso mismo no decimos siento venganza, sino que sentimos el DESEO de venganza o la necesidad de vengarnos.

Cuando sentimos ese deseo de venganza generalmente queremos originar, como mínimo, la misma cantidad de daño que nos hizo. De hecho, aunque suena feo reconocerlo, todos experimentamos la necesidad de venganza en alguna ocasión dado que la venganza es una reacción natural ante la frustración, el desamor, el dolor… y suele ser impulsada por emociones tales como ira y resentimiento.

Ahora bien, lo que quizás no sepas es que la venganza se puede utilizar tanto para defenderse como para atacar a los demás. Es más, también tiene su lado bueno y adaptativo.

Para qué sirve vengarse

Muchos te dirán que la venganza supone un alivio a corto plazo del dolor experimentado tras el agravio recibido. Sin embargo, es mucho más.

Sirve para repararnos emocionalmente (al menos a corto plazo)

En 2017, los psicólogos David S Chester y C Nathan DeWall publicaron una serie de estudios sobre cómo la venganza podía ayudar a las personas que se habían sentido rechazadas. Vieron que la venganza ayudaba a reparar su estado de ánimo. Resultaba muy curioso el hecho de que quienes se habían sentido rechazados, clavaban más “agujas de vudú” a quienes pensaban les habían ofendido y, tras hacerlo, sentían más reparado su ánimo. Es decir, tenía un efecto calmante o de re-equilibrio anímico.

Hay que tener en cuenta que estos estudios mostraban sólo los efectos de la venganza a corto plazo, por lo que hay que tener cuidado a la hora de elegir la venganza como acción reparadora emocional, pues también puede tener graves consecuencias a largo plazo.

Ahora bien, como comentaba, la venganza tiene más utilidades que la descarga a corto plazo. De hecho, aquí te comparto varias.

Ayuda a ahuyentar posibles “matones”

En determinados contextos, el ganarte fama de vengativo/a puede servir como factor disuasorio de recibir agresiones de otros. Obviamente, esta misma fama puede traerte consecuencias negativas como veremos más adelante, pero no debemos pasar por alto su utilidad.

Todos conocemos el refrán “ojo por ojo, diente por diente” y, de hecho, todavía a día de hoy se aplica esta ley en algunos países.  Ahora bien, sin llegar a ser tan drásticos, la venganza puede librarte de abusones.

Si tú me empujas, yo te voy a empujar o devolvértela de otra forma, por lo que quizás eso te lleve a pensar antes en las consecuencias de tus acciones y evite que cometas malos actos.

Es decir, la amenaza de venganza puede ser disuasoria de agresiones.

Te recuerda una gran verdad: eres vulverable

Creo recordar que en el libro “La hoguera de las vanidades” se lanzaba una idea muy interesante sobre la venganza. No me acuerdo de las palabras exactas que usaban ni mucho menos, pero sí de la idea que me llegó. Esta venía a decir que vengarse sólo mostraba al mundo que eres débil: “la venganza es admitir que en otra ocasión alguien te ha dañado”.

Pese a que esta frase queda muy rotunda, no es cierto que sentir deseos de venganza te haga débil. Sentir necesidad de venganza ya hemos visto que es algo humano y natural. Eso sí, te está recordando algo muy importante,  que al igual que el resto, tú también eres vulnerable. Tener esto presente puede llevarte a replantearte tu forma de vida, a vivir más en el presente y disfrutarlo.

Puede motivarte a la acción y a la creatividad

La venganza es una de las bases narrativas de miles de novelas, películas, canciones…

En algunas ocasiones, cuando creemos desfallecer y no tener fuerzas para seguir adelante por el dolor percibido, la venganza puede ser el estímulo que necesitamos para continuar.

Por citar sólo algunas, en películas como La princesa prometida, la venganza mantiene en pie al personaje Íñigo Montoya. En la saga Oceans, el deseo de venganza va marcando los acontecimientos de las películas. En El Renacido, es precisamente la necesidad de venganza lo que mantiene vivo a su protagonista. Estas películas son ejemplos que ilustran cómo el deseo de venganza puede motivar a la acción.

De igual modo, entre los temas musicales que hablan de venganza, por citar alguno, puedes encontrar : IDGAF de Dua Lipa; You Ougta know de Alanis Morissette; o el albún Reputattion de Taylor Swift. En este último caso, el deseo de venganza llevó a replantearse muchas cosas a la cantante, la llevó a buscar soluciones creativas y la hizo lograr una revolución musical sin precedentes.

Es decir, la venganza puede ayudarte a sobrevivir, construir épicas obras de arte o simplemente ayudarte a seguir adelante. Y es que, como veremos, existen dos tipos de venganza, la positiva y la negativa.

Venganza positiva y negativa

En términos generales, podemos decir que la venganza puede ser positiva o negativa. La venganza positiva se utiliza para reparar la relación; la negativa busca dañar al que te hizo daño. Te lo explico un poco mejor.

Qué es la venganza positiva

La venganza positiva es aquella que se basa en la recompensa psicológica que nos da el hecho de vengarnos de alguien, sin tener una actitud agresiva y violenta. Te pongo un ejemplo.

Imagina que tu pareja te engaña con otra persona, podrías decidir no volver a verla para que descubra todo lo que se pierde, y al mismo tiempo te alejarías para no seguir sufriendo. Recuerda el dicho popular: “no hay mayor desprecio que el no hacer aprecio”.  Tu acción como ves no repara el pasado, pero evita problemas futuros sin dañarte.

Otro ejemplo. Si te roban tu móvil con todos tus datos, fotos y recuerdos, podrías enfadarte y sentir que quieres hacer daño al ladrón. Sin embargo, la venganza positiva te llevará a ir a la policía y denunciarlo en lugar de buscarlo para enfrentarte a él directamente. El denunciarlo no tendría ningún impacto en tu vida, salvo por el hecho de que quizás recuperarás tu móvil y evitarás que esa persona pueda volver a robarte. Sin embargo, si tendría consecuencias para el ladrón, podrá ir a la cárcel.

Por tanto, la venganza positiva implica reconocer nuestras emociones y los sentimientos que tenemos hacia nuestro agresor/a para decidir cuál sería el mejor camino a seguir sin perjudicarnos más. Es decir, la venganza positiva te impulsa a actuar para reparar el daño causado por otro individuo evitando el daño propio.

Qué es la venganza negativa

Es aquella que produce daño físico o mental a quien te ha causado daño. Es más, esta venganza negativa, a medio y largo plazo, incluso puede dañarte a ti mismo/a.

En términos generales, se caracteriza por ser directa y no tener ningún tipo de cultura o respeto por el otro. Aquí tu deseo principal no es protegerte, sino ejercer dolor a cualquier precio.

Quiero que te quede claro que tener deseos de venganza (aunque sea negativa) no es producto de mentes enfermas. El deseo de venganza es algo natural. Sin embargo, no siempre será lo que más te conviene.

En el ejemplo anterior donde te robaban el móvil, si actuases movido bajo el deseo de venganza negativa, tratarías de enfrentarte directamente al ladrón, te obsesionarías con él como en las pelis, hasta el punto de perseguirlo noche y día, a fin de darle una paliza o similar y las consecuencias para ti y tu vida podrían ser nefastas

Qué peligros tiene el deseo de venganza

Si bien como hemos visto la venganza positiva puede llevarte a alejarte del dolor, la venganza negativa puede ser sumamente dañina.

Puedes engancharte a ella

Por un lado, pese a que te suponga una recompensa y te devuelva tu estabilidad emocional a corto plazo, puede ser una conducta adictiva.

Puedes aprender a vengarte como forma de resolver problemas y esto hará que cada vez tu sed de venganza crezca más y más y se desborde.

Además, como cualquier adicción, cada vez necesitarás más para cubrir las mismas necesidades y, al final, acabarás sintiéndote peor que como estabas al principio. Puede que incluso te veas a ti mismo como un monstruo por las acciones a las que te arrastra.

Esto es así porque terminas perdiendo el norte, acabas olvidándote de las consecuencias que la venganza negativa tiene no sólo sobre el otro, sino también sobre ti.

Por ejemplo, vengarte de tu ex pareja porque te traicionó no va a hacer que tú seas más feliz ni ella menos culpable. Sin embargo, si puede enturbiar más aún vuestra relación. Esto es especialmente clave cuando hay niños de por medio. Olvida tu afán de venganza y, de así quererlo, divórciate con respeto. Como suele decirse, no eches más leña al fuego.

Te aleja de la realidad

La venganza puede ser un gran problema si se convierte en el centro de atención de tu vida. Esto te va a impedir seguir adelante con tus tareas principales y te va a suponer un alto desgaste emocional.

Es decir, si damos rienda suelta a nuestro deseo de venganza, al final nos convertimos en verdugos y convertimos en víctima al otro. De esta forma, podemos colaborar a incentivar una cadena de acontecimientos negativos y venganzas mutuas.

Ten en cuenta que la venganza no restablece la situación original, no hace que no hayas sentido ese dolor previo. En lugar de eso, va alimentando el odio y comienzas a actuar contra algunos de tus valores, alejándote de quien en realidad quieres ser.

Te limita socialmente

Obviamente, cuanto más vengativo/a seas, más enemigos y enemistades irás cultivando, lo que te limitará tus relaciones sociales.

Quizás el mostrarte vengativo/a aleje a los abusones, pero si no te controlas, acabará alejando de tu lado también a las personas que quieres.

Es más, puede costarte no sólo tu vida social sino incluso tu carrera profesional. A día de hoy se premia la cordialidad y la empatía, el carácter duro y vengativo sólo hará que el resto de profesionales no quieran formar equipo contigo.

Habla mal de ti

Al final, si optas por la venganza de forma continua, esto va a decir mucho malo de ti y va a hacer que el otro “salga de rositas”.

La tendencia a la venganza se relaciona con la tendencia a reaccionar en lugar de reflexionar primero y actuar después. Es decir, lo que está demostrando es tu baja capacidad de manejar y controlar tus emociones. Ten en cuenta que aquellas conductas que repetimos con frecuencia se convierten en hábitos, y estos hábitos acaban echando raíces en tu personalidad si no se les pone límites.

Por otro lado, esta reactividad puede llevarte a pensar que la realidad es dual: “estás conmigo o estás contra mí”. Sin embargo, como sabes, la realidad tiene muchas caras. De seguir así, la venganza consigue que tu capacidad para percibir el mundo se vaya limitando y pierdas empatía.

Además, la venganza hace que te mantengas en el pasado, pensando en lo que pasó o en lo que pudo haber sido, en lugar de centrarte en el presente y disfrutarlo.

Qué podemos hacer ante la necesidad de venganza

Hay un dicho popular que dice: “la venganza es un plato que se sirve en frío”.

Cuando sentimos deseos de venganza generalmente es porque la situación está todavía calentita. Sigues dolido por lo ocurrido y tus emociones en esos momentos suelen ser la ira, la rabia, la desesperación…

Estas emociones están ahí para recordarte que hay alguna situación que no te gusta y que hay que cambiar. Sin embargo, no quiere decir que tengas que hacerlo ya.

Si reaccionas en lugar de actuar, acabarás vengándote de la otra persona y obtendrás un leve alivio momentáneo, que estará lejos de solucionar el problema. En lugar de eso, lo estarás agrandando.

Por eso la venganza debe servirse fría, para que puedas reflexionar antes de actuar, para que puedas acercarte a la “venganza positiva”.

De hecho, hay quienes dicen que la venganza es como una droga o medicamento. Si la tomas a pequeñas dosis, regulada adecuadamente, puede aliviarte, pero si la consumes a grandes dosis las consecuencias pueden ser catastróficas.

Ya sabes que, a corto plazo, la venganza tiene un papel en la reparación del estado del ánimo. Ahora bien, ¿qué tal si buscas tus propias formas de venganza que no sean dañinas?

Algunos trucos para darte tiempo a que se enfríe un poco y poder actuar mejor son:

1.      Respira hondo y repite una palabra neutra

Como no me canso de repetir, pensamientos, emociones, reacciones corporales y acciones van de la mano.

Al respirar hondo estás haciendo que tu cuerpo se relaje y tus emociones se calmen. Al mismo tiempo, el repetir una palabra neutra hace que tus pensamientos vayan en otra dirección. De esta forma, aquellos que te recuerdan lo sucedido o que alimentan tus ansias de venganza se irán acallando.

2.      Recuerda que no es lo mismo justicia que venganza

Aunque solemos engañarnos pensando que lo justo es que el otro sufra si nos ha hecho sufrir, no te engañes. La venganza y la justicia no suelen ir de la mano.

Si te han agredido, denuncia y que la justicia se encargue de ello, no te conviertas tú también en bandolero/a.

3.      Trata de perdonar

Ojo, perdonar no es olvidar ni estar de acuerdo con lo sucedido. Perdonar es dejar marchar al dolor, a veces incluso puede suponer empatizar con la otra persona (quizás no te lastimó a propósito o no supo actuar de mejor manera).

4.      Saca tu dolor de forma constructiva

La ira y la frustración, pueden gestionarse de muchas formas. Ya te he señalado antes algunos ejemplos de obras de arte que pueden surgir gracias a estas emociones incómodas.

Expresa tus emociones de la forma que mejor sepas: cantando, bailando, saliendo a correr, rompiendo papeles… lo que sea que no dañe a nadie, ni a ti mismo. Si desahogas estas emociones la parte de ti que tira hacia una conducta impulsiva y vengativa también se irá calmando.

5.      Pide ayuda

No me refiero a pedir ayuda para vengarte, sino todo lo contrario. Pide ayuda para aprender a controlarte.

Por ejemplo, si has pillado a tu pareja con otro/a y estás deseando vengarte a base de llamadas o mensajes dañinos, puedes pedir ayuda a una de tus amistades para que no te permitan acercarte al móvil.

Tener el impulso de querer actuar de forma vengativa y dañina no significa que no puedas controlarlo.

¿Cuántas veces has tenido el impulso de ponerte las zapatillas y salir a correr y al final la pereza te ha hecho seguir en el sofá? 🤣 Es broma, pero es una forma de que veas que incluso el impulso de hacer algo no te obliga a hacerlo.

De todas formas, si te cuesta controlar tus impulsos, si vives anclado en el pasado con ansias de venganza y te cuesta dejar atrás una situación dolorosa, pide ayuda profesional.

Ya sabes que me tienes a tu disposición. Puedes reservar tu consulta aquí mismo.

Cargando ...

 

 

 

 

Compártelo con tus amigos