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Cómo divorciarse sin dañar

Autora: Ana Hidalgo

Una de las cosas que pueden aprenderse en terapia de pareja es a divorciarse con respeto.

Si me sigues desde hace tiempo, sabrás que en muchas ocasiones hablo sobre técnicas y ejercicios que puedes realizar para superar dificultades en pareja. Sin embargo, hoy he querido dedicarle un tiempo a una realidad muy distinta: el divorcio.

Antes que nada, aclararte que no pretendo ensalzar el divorcio ni nada de eso, sino simplemente, no darle la espalda a una realidad que también existe.

Como sabes, hay muchas relaciones que no terminan bien por motivos varios. Sin embargo, soy de las personas que les cuesta asumir que después del amor no quede nada.

Ojo, con esto no quiero decir que se deba continuar una relación a toda costa. En lugar de eso, sería interesante guardar algo de amor para desear la felicidad de ambos, aunque no sea juntos.

¿Puede la terapia de pareja frenar un divorcio?

Pues a veces sí, y a veces no. Sin embargo, el objetivo en terapia de pareja no es frenar el divorcio sino buscar soluciones. A veces, la mejor solución es la separación y/o el divorcio.

Por eso, a mis clientes siempre les aclaro que la terapia de pareja no es un pegamento de pareja. De ser así, podríamos estar condenando a dos personas a vivir en una relación dañina o poco fructífera.

Bajo mi punto de vista la terapia de pareja sirve para ver la realidad con más perspectiva. Sería algo así como mostrar todas las cartas sobre la mesa para tomar mejores decisiones conjuntas.

Asumir que una relación no va bien, y que no es buena opción continuar juntos no es sencillo. Sin embargo, no tiene porqué ser dañino, uno puede divorciarse con respeto y cariño.

Esto no quiere decir que afrontar un divorcio sea fácil. Hay que tener claro que supone atravesar un duelo y, por tanto, dolor.

Pese a ello, la terapia de pareja puede facilitar este tránsito y hacerlo más fácil al manejar una separación consciente.

Cómo divorciarse con respeto o divorciarse desde el amor

Divorciarse con respeto, sin dañar a propósito al otro, y hacerlo desde el amor, es posible, aunque no es fácil.

Cuando una relación de pareja se apaga, puede salir nuestro instinto de pataleta, búsqueda de culpables y venganza.

Es por eso que será importante aprender a mediar con estos sentimientos.

El hacerlo, te ayudará a llevar una separación consciente. De esta manera, el objetivo se centrará en salvaguardar el bienestar de todas las personas implicadas, incluidos los hijos.

Para ello vas a necesitar tener en mente varias premisas importantes:

  1. Reformula lo que significa divorciarse.

Tendemos a pensar que un divorcio equivale a un fracaso, cuando no es así, no has perdido el tiempo.

En tu relación también han existido momentos buenos y bonitos que has disfrutado, ¿cómo puede ser eso un fracaso?

Cuando éramos niños nos gustaba jugar a las chapas, los coches o las muñecas. Sin embargo, dejó el día en que dejamos de disfrutar con ello. Cambiamos los cromos por nuevos hobbies, pasiones y aficiones, y no por eso nos sentimos fracasados.

Quizás lograste ser el/la número uno manejando el yoyo, invertiste horas en aprenderlo, lo disfrutaste… hasta que un día terminó.

El que una etapa de tu vida termine no significa que fracase, simplemente que cambias, evolucionas.

Por supuesto decidir terminar una relación es algo bastante más duro. En este caso, no sólo entran en juego tus emociones o intereses, sino también los de tu pareja, tus hijos …

De ahí, que haya que poner un especial interés en divorciarse con respeto, sin dañar más de lo estrictamente necesario.

  1. Acepta con serenidad tus emociones.

No te estás volviendo loco/a, simplemente estás atravesando un duelo. Habrá días que no sepas ni dónde tienes la cabeza, tan pronto lloras como te enfadas, te sientes feliz, culpable…

Como ya hablé en otro artículo, hasta las emociones denominadas negativas, son de gran utilidad, aunque sean algo incómodas.

Hablar sobre ellas suele ser una muy buena estrategia para evitar que se enquisten y cronifiquen.

Es más, dado que ahora mismo tu mente lucha por entender cómo habéis podido llegar a esta situación, te propongo realizar un ejercicio en el que asumas el lado bueno y malo de tu expareja y de vuestra relación.

Buscar los colores y no sólo blancos y negros, te ayudará a entender que el divorcio es un camino. Generalmente, las relaciones no cambian en un abrir y cerrar de ojos, sino que tienen su proceso.

  1. Asume tu parte de responsabilidad.

Divorciarse con respeto es aceptar que ambos sois responsables de la situación a la que habéis llegado.

Ojo, la responsabilidad no tiene que ser al 50%, sino que los dos habéis participados en mayor o menor medida.

Llegados a este punto se trata de dejar de buscar culpables para empezar a tomar soluciones que os ayuden a avanzar y no a luchar el uno contra el otro.

Lo hecho, hecho está. Ahora toca hacer bien el camino que queda por delante, para poder seguir mirándoos a la cara cuando esto termine.

Para ello, será importante trabajar la propia autoestima y el desapego. Tened en cuenta que, por lo general, cuesta desprenderse de aquello que todavía os mantenía juntos.

  1. Llegad a una conclusión consensuada del fin de vuestra relación.

Especialmente si tenéis hijos, el contar con una versión consensuada ayudará a que vuestros familiares, amigos y vosotros mismos, no hagáis comentarios inapropiados delante de ellos.

No se trata de dar muchas explicaciones, sino de resumir en una frase lo que creáis oportuno contar al respecto. Por ejemplo, que os habéis dado cuenta que ya no os hacen feliz las mismas cosas.

De igual modo, explicad a vuestros hijos la nueva situación entre los dos la situación. Es importante aclarar que se rompe la relación sentimental pero no la familiar. También, explicar qué aspectos de su vida cambiarán (dónde vivirán, con quién…).

  1. Haced la separación sin prisa, pero sin pausa.

Si la convivencia es posible, no hace falta salir corriendo. A veces pensamos que si hemos concluido que hay que divorciarse los acontecimientos tienen que precipitarse, pero no es así.

Quedan muchos temas importantes de los que hablar, como quién se mudará, repercusiones legales, cómo comunicarlo socialmente…

Además, especialmente cuando hay niños de por medio, esta separación gradual os permitirá a todos entender mejor la situación. Podéis consensuar normas de convivencia, visitas, custodia…

Es el momento de llegar a acuerdos y modificar el modo de relacionarse, a fin de que todos salgáis beneficiados.

Para ello, os puede ser de mucha ayuda acudir a mediación familiar o terapia de pareja.

A este respecto, ya sabes que estoy a vuestra disposición.

 

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