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Cómo hacer para no sentir rencor

Autora: Ana Hidalgo

¿Te has preguntado alguna vez para qué vale el rencor o cómo puedes evitar quedarte anclado al mismo?

Como sabes, todas las emociones tienen su utilidad, y en el caso del rencor no iba a ser menos.

Si estás dolido/a por algo y el rencor te acompaña con bastante frecuencia, es el momento de actuar.

En el artículo de hoy podrás encontrar la información que necesitas para comprenderlo y, poder superarlo.

Qué es el rencor

La RAE define el rencor como un “resentimiento arraigado y tenaz”. Es decir, un sentimiento de enojo profundo y resistente.

Lo curioso del rencor es que no necesita que se haya producido una ofensa real, sino que hayamos interpretado la situación como ofensiva o dañina.

Cuando sentimos rencor nos recordamos a nosotros mismos que nos han dañado en algún momento. Nos lleva a ver que somos vulnerables y que hay personas a las que no les importa pisotearnos.

Es así como el resentimiento comienza a escocernos. Nos sentimos heridos por otros y culpables con nosotros mismos por haberlo permitido. Este doble agravio, producido por otros y por nosotros mismos, es lo que nos retuerce las entrañas por dentro.

Una frase popular dice algo así: “el rencor es el veneno que nos tomamos con la esperanza de que otro muera”.

Entonces, si nos duele tanto, ¿por qué guardamos rencor?, ¿para qué vale el rencor realmente?

En un principio, nos aferramos al rencor por sus ganancias, sin embargo, como veremos, olvidamos que estas suelen ser efímeras.

Cómo se expresa el rencor

Si bien cada persona vive y expresa el rencor a su manera, como sucede con todas las emociones, podemos encontrar muestras de rencor tanto en sus pensamientos, conductas como sensaciones físicas.

El rencor te lleva a reflexionar una y otra vez sobre la situación en la que has sentido el agravio. El darle vueltas una y otra vez a algo que te daña hace que tu herida crezca.

Comienzas a pensar en modos de vengarte y devolver el golpe, tus pensamientos tratan sin éxito de entender lo sucedido, pero sólo consiguen revolverte más.

Esto hace que tu cuerpo se agite, te cueste más dormir, concentrarte, incluso que tu rencor se manifieste de forma somática en forma de dolores (de cabeza, estomacales, de espalda…).

Por si esto fuese poco, hace que tus respuestas sean salidas de tono, incluso con personas que no te han lastimado, hace que grites, malinterpretes cualquier otra situación y sientas más desconfianza hacia los demás.

Si es tu pareja la que te ha lastimado, es muy posible que la ataques verbalmente o que, por el contrario, la niegues la palabra y hagas el vacío. Es decir, la pelea se sigue manteniendo activa y tú miras tus heridas con ganas de revancha. De esta manera, te conviertes en cómplice de tu propio malestar al alargar la guerra.

  • Ana, pero es normal enfadarse si te dañan.

Sí, es cierto. El enfado es una emoción también necesaria. Ahora bien, como te explicaba hace un momento, el rencor es un enojo profundo y resistente. Es decir, se convierte en rencor si empleas más energía y tiempo del que merece, lo que puede dañarte.

Si te puede dañar, ¿para qué vale el rencor?

Como todas las emociones, si se aplican en el momento adecuado, puede tener su utilidad. Sin embargo, los excesos pueden llevar a daños a largo plazo. Te comparto a continuación algunos ejemplos:

–          Te da la oportunidad de ganar la guerra pese a haber perdido alguna batalla.

El rencor es una emoción que nos empuja a la lucha. Esto, en momentos determinados, puede estar muy bien, pues nos impide rendirnos. Ahora bien, si mantenemos el rencor mucho tiempo, o con gran intensidad, puede llevarnos a una guerra interminable y dolorosa.

–          El rencor te recuerda que tienes derechos y que no quieres que sean vulnerados

Ser capaz de ver tus derechos asertivos y querer que se respeten está muy bien. Sin embargo, es muy probable que si actúas desde el rencor tus formas no sean las más adecuadas a la hora de conseguir cambios permanentes. Con rabia y rencor puedes “achantar” a tu adversario, pero lo harás de forma irrespetuosa, quitándole valor a tus argumentos.

–          Te coloca en el papel de víctima

El expresar abiertamente tu rencor y malestar hacia otros es un modo de “devolverte tu estatus”. Al fin y al cabo, les muestras al mundo lo malo que han sido los demás y lo buenecito/a que has sido tú. Es decir, intentas manipular la atención y el cuidado de otros hacia ti dando lástima. El problema es que la baza de víctima y la manipulación para poner a otros en contra de tu rival no siempre funciona. Es más, se te puede ver el plumero y acabar mal incluso con quienes no te dañaron.

–          El rencor te quita responsabilidades

Por lo general, entendemos que alguien se comporte de forma un tanto déspota, o malhumorada si ha sido herida. De esta forma, mientras sientes rencor crees que vives con una capa invisible de poder que te permite no atender a tu manejo y expresión emocional. Sin embargo, el enojo no te exime de tus responsabilidades hacia los demás ni hacia ti mismo. En algún momento tienes que hacerte cargo de tus emociones y enfrentarte a ellas. Es decir, el rencor sólo te vale para ganar algo de tiempo para ordenar tus ideas, pero nada más.

Qué puedes hacer para no quedarte anclado al rencor

No podemos evitar sentir rencor en todo momento de nuestra vida, pues como hemos visto, no sería adaptativo.

Sin embargo, podemos evitar que el rencor se convierta en algo dañino para nosotros. Para ello, ten en mente dos pasos:

1. Mira de cara tu rencor

Si analizas racionalmente tu resentimiento y sientes que ya has invertido demasiado tiempo en ello, es muy posible que este se haya convertido en rencor. Plantéate:

¿Desde cuándo sientes resentimiento hacia esa persona?, ¿cuánto tiempo empleas en pensar sobre ello?, ¿te está afectando en algún área de tu vida hasta el punto de cambiar tu comportamiento o impedirte hacer algo que quieres?

Ponerle el nombre adecuado a tu emoción te ayudará a saber que debes actuar con más cautela. Es posible que en el proceso de transformación de resentimiento a enfado y después a rencor, hayas tenido comportamientos inapropiados con otros. Reconocerlo te ayudará a poder enmendarlos.

2. Acepta tu parte de responsabilidad

Si recuerdas, el rencor produce malestar en ti y te limita en tu día a día.

Es muy posible que en un primer momento tu enfado estuviera justificado. Sin embargo, mantenerlo dentro de ti sólo hace que tú te dañes.

  • Ya, Ana, pero no tengo un interruptor para apagarlo cuando yo quiera, ya me gustaría…

Lo sé, pero para poder “apagar” el rencor primero hay que estar dispuesto a ello, y eso sólo depende de ti. Cada vez que te regodeas en lo sucedido, lo mantienes presente, lo alimentas.

Examínalo si quieres una vez más, saca conclusiones y aprendizajes de lo sucedido, anótalos si fuese necesario y, cuando tu cabeza vuelva al tema, repítele tus conclusiones para que encuentre pronto la respuesta y no necesite divagar más.

Te explico cómo hacerlo paso a paso

Cómo hacer para no sentir rencor. Ejercicio práctico

Antes que nada, debes tener claro que si siembras odio recoges odio, por eso aferrarte al rencor sólo hará que recojas más rencor.

En consulta me encuentro con personas que viven aferradas al rencor de lo que otros le hicieron en el pasado. Desde personas que han sufrido maltrato o bulling, hasta agravios aparentemente más sencillos sufridos incluso de niños. Es lógico que las experiencias traumáticas que han sufrido hayan marcado su vida. Sin embargo, estas experiencias no tienen por qué determinar quienes son a día de hoy. Es decir, marcar no es determinar.

Por eso, algo muy importante que debes tener claro es que superar un trauma, y no dejarse arrastrar por el rencor que generó, es algo que depende de ti. No necesitas hablar con tu verdugo, sino sanar tu interior.

Para ello, tienes varias opciones, hablarlo en voz alta o escribirlo, te digo cómo:

Saca a la luz todo lo sucedido.

A mis clientes suelo darles la pauta de escribir en orden todo lo acontecido. Les insto a que no dejen nada por decir, a que se expresen desde las entrañas, diciendo palabrotas si fuese necesario. La clave está en expresar toda la rabia y dolor que sienten para poder sacar el rencor.

No pretendemos que escriban una obra de arte, ni ser comedidos ni educados, sino salvajes y viscerales por una vez. Al fin y al cabo, sus palabras no dañarán a nadie, son sólo para ellos, para este ejercicio.

Concreta lo bueno y lo malo

Si algún desconocido te dice algo que te hiere, es posible que te enfade, pero es más improbable que sientas rencor. Por lo general, el rencor suele derramarse contra personas que tienen cierto valor o importancia para nosotros.

No es lo mismo que te falle un desconocido, tu pareja o tu padre, por ejemplo.

Saca a la luz todo tu rencor, pero también todos los puntos fuertes de esa persona, que es por lo que te escuece tanto esa situación.

Puedes comenzar contando vuestra historia de principio hasta el fin. Es decir, desde el cómo se forjó vuestra relación (en caso de que la haya), hasta el día actual. Incluye también las ofensas que tú has hecho o dicho a fin de protegerte o vengarte.

Se trata de que puedas averiguar qué es lo que produce ese malestar revisándolo desde más puntos de vistas, y no sólo el tuyo. De esta forma podrás valorar los aspectos predisponentes que pudieron llevar a la otra persona a actuar así.

Reflexiona

Seguramente estés de acuerdo conmigo en que las personas no son ni tan buenas ni tan malas como las circunstancias pueden hacerles parecer. Todos tenemos un lado más tierno y también un lado más oscuro. Por eso, aunque a veces erramos en nuestras palabras o en nuestras acciones, generalmente lo que nos lleva a ese comportamiento no suele ser una maldad planificada y turbia.

Por eso, precisamente, te animo a reflexionar sobre qué hizo que la otra persona se comportara así, y qué estaba pasando en esos momentos por tu mente y tu vida para que tú te lo tomaras tan a pecho.

¿Pudo haber algún hecho personal tuyo que hiciera que le dieras más importancia o te impidiera manejar la situación con la soltura que necesitaba ese momento?, ¿es posible que una parte de tu enfado y rencor se debe a tu comportamiento o a lo que hace resonar dentro de ti (recuerda la teoría del espejo) ?, ¿es posible que los actos o palabras de la otra persona se deba a su torpeza comunicativa o inmadurez?

Decide perdonar

Dejar atrás el rencor conlleva aceptar que quieres perdonar y perdonarte, dejar de sufrir por algo que ya ha pasado o te gustaría dejar atrás.

Completa la siguiente frase con algo sincero: Decido perdonar a … para/por …

Por ejemplo, “decido perdonar a Pablo, para continuar feliz mi vida sin anclarme en el pasado”.

De igual modo, crea una frase de perdón hacia ti mismo/a. Por ejemplo: “Hoy decido perdonar mi error de aferrarme al dolor del pasado para darme la oportunidad de aprender de mis experiencias”.

Finalmente, escribe los motivos por los que pedir disculpas a la otra persona (sí, sé que te hirió, pero es muy probable que tu rencor te llevara a desearle algún mal, intentar vengarte, dañar a esa persona…).

Aquí, puedes pensar en todos los momentos de vuestra relación. Es posible que tú también hayas metido la pata en alguna ocasión con esta persona. Ponerte en este lugar ayudará a equilibrar la balanza y a permitir que el perdón fluya.

Ojo, como te decía, este ejercicio es para ti, no tiene por qué leerlo nunca la otra persona, aunque si se trata de alguien importante en tu vida, quizás te ayude el poder hablarlo sinceramente.

Saca tus propias conclusiones y aprendizaje

Dejar de sentir rencor por algo del pasado o por alguien no significa olvidar lo pasado o negar su aprendizaje. Sencillamente se trata de dejar de dañarte a ti mismo/a con una emoción que se ha salido de madre.

Deja atrás la culpa de nadie y busca soluciones a largo plazo, que te permitan evitar este tipo de agravios o llevártelos al lado personal y doloroso.

En cualquier caso, recuerda que, si te cuesta atravesar este camino solo/a, me tienes a tu disposición. Podemos revisar tu caso concreto en el contexto de una terapia.

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