google-site-verification: google7dcda757e565a307.html

Cómo dejar atrás mi sentimiento de culpa

Supera tu culpa y mejora tu autoestima

Autora: Ana Hidalgo

En algún momento de nuestra vida todos hemos experimentado algún sentimiento de culpa.

Nos sentimos culpables cuando al pensar en lo sucedido nos menospreciamos, estamos incómodos con nosotros mismos, con nuestros actos, pensamientos…

Ahora bien, este sentimiento de culpa, puede ser puntual y pasajero o quedarse enquistado en nosotros.

El sentimiento de culpa puede ayudarnos a tomar conciencia de nuestros errores, superarlos y crecer.

Sin embargo, si se ancla en nosotros, puede tener consecuencias dañinas tanto a nivel físico como mental.

Entre otras consecuencias, puede ocasionar malestares gástricos, dolor de pecho, de cabeza, ansia por comer o anulación de nuestro apetito.

Del lado emocional y psicológico, la culpa puede afectar a un área muy importante de nuestra salud mental: nuestra autoestima.

¿Qué puede provocar que nos aferremos al sentimiento de culpa?

  1. Por un lado, experimentamos momentos de culpa desde nuestra infancia, por lo que es un sentimiento conocido y familiar.

No quiero decir con esto que estemos a gusto sintiéndonos culpables, sino que nos da cierta sensación de control.

Sentirnos desdichados y culpables nos encierra en nuestra pasividad y nos evita el temor a enfrentarnos al mundo.

Si lo piensas, las personas más felices son personas activas, con energía, disciplina, dedicación… y ello requiere de esfuerzo y coraje que no siempre estamos dispuestos a asumir, por eso, esta familiaridad nos acomoda.

  1. Por otro lado, está sumamente arraigado en nosotros y eso nos hace difícil el desprendernos de él.

Dado que la culpa puede venir de muchos años atrás, en ocasiones, para poder superarlo y perdonarnos a nosotros mismos, necesitamos revisar cómo se ha podido forjar en nosotros.

En estos casos, conviene revisar qué mecanismos del pasado nos han llevado a actuar de un modo y no de otro.

A veces, hay que deshacer el camino andado para encontrar el camino correcto y crear nuevos hábitos.

  1. De hecho, gran parte de lo que llamamos culpa suele venir más por el miedo al rechazo, la crítica o condena de otros.

Muchas veces, sentimos culpa y nos sentimos mal por lo que creemos que los demás van a pensar de nosotros cuando se enteren de aquello que hicimos o dejamos de hacer.

Es decir, en muchas ocasiones, la culpa en realidad encierra miedo y vergüenza a ser juzgados por otros.

Y es que, a veces nos aferramos a la culpa para permanecer unidos a personas que son importantes para nosotros.

Me explico:

A veces nos juzgamos bajo los parámetros y valores de otros y no bajo los nuestros propios para sentir esa pertenencia o cohesión con ellos.

Por ejemplo, si en tu familia te han enseñado que siempre hay que estar disponible para ayudar a un familiar, en el momento en que tú no cumples esta norma te sientes culpable por no haber estado disponible, sin tener en cuenta el contexto o los motivos por los que no estuviste.

Sin embargo, si exploras bien en tu interior, puede que la palabra siempre la percibas como una carga o como una forma de control familiar, pero admitir esto, te puede incomodar al significar que no compartes todos los principios familiares o ansías cierta independencia o libertad de ellos.

Es decir, en un caso como este, la culpabilidad sería tu “penitencia” por no pensar igual que tu familia y te aferrarías a esta culpa para no asumir la responsabilidad.

  1. También quiero destacar que podemos aferrarnos a la culpa por nuestra baja autoestima.

Si bien culpa y autoestima se retroalimentan, esto es, el sentirte culpable te lleva a pensar mal de ti y esto daña tu autoestima, también el tener una baja autoestima te lleva a creer estos pensamientos negativos sobre ti mismo.

Y es que, cuando el sentimiento de culpa no viene del exterior como en el ejemplo anterior, sino que viene de nuestra propia condena a los actos que hemos realizados, tendemos a respetarnos menos, valorarnos menos y a juzgarnos más duramente de lo que haríamos con otros.

Como puedes imaginar, esto repercute negativamente en nuestra autoestima.

Cada vez que te sientes culpable, te juzgas duramente y te repites lo más que has hecho las cosas, tu autoestima sufre, te vuelves más pequeño y más indefenso y esto, a su vez, hace que te cueste más dejar atrás la culpa.

Es decir, autoestima y culpa pueden ser la pescadilla que se muerde la cola.

¿Qué podemos hacer para dejar atrás el sentimiento de culpa?

A continuación, te comparto varios pasos que puedes realizar para librarte de tu sentimiento de culpabilidad.

  1. Encuentra de dónde procede este sentimiento.

Plantéate según los valores de quién te estás juzgando como culpable, si son tuyos o vienen “impuestos” por otros.

¿Ves tus actos mal porque otros piensan que ese tipo de pensamiento o comportamiento es inadecuado o porque tú lo crees así? Sé honesto contigo mismo.

  • Si provienen de otros:

Pregúntate qué es lo que en realidad tú piensas al respecto.

Para ello, puedes completar de forma rápida, sin pensar demasiado tus respuestas, la siguiente frase: “si no me sintiera culpable por esto, me sentiría…”

Escribe 10-20 finales alternativos a esa frase para descubrir otros puntos de vista de tu propia realidad. Poco a poco la culpa se desvanecerá.

  • Si tu culpa proviene de ti mismo:

En lugar de castigarte por tu error, trata de averiguar qué circunstancias te llevaron a cometerlo, cuál fue el contexto.

No se trata de negar tu equivocación, sino de entender por qué tuvo lugar.

Ten en cuenta que, aunque nos cueste verlas a priori, nuestras conductas tienen un por qué y estos motivos se relacionan con nuestras formas de protegernos.

A lo mejor tus actos fueron un intento poco acertado de protegerte de tus miedos, dolor, de buscar tu bienestar…

Piensa entonces, ¿de qué te protegía tu conducta?

  1. Deja de llamarlo culpa y comienza a verlo como responsabilidad.

La culpa es algo inamovible, te paraliza y encadena, mientras que la responsabilidad empuja a buscar soluciones.

Todos cometemos errores en determinados momentos, al fin y al cabo, somos humanos y eso nos empuja a aprender.

Ahora bien, en tus manos está sumergirte en la pena y dolor de tu error y quedar paralizado o aprender del mismo y seguir creciendo.

Fíjate que no hablo de justificar el error y restarle importancia, no, hablo de responsabilizarse del mismo, aprender y continuar.

Reflexiona sobre por qué consideras que tu conducta fue equivocada, sus consecuencias y cómo la evitarás en el futuro.

Por ejemplo, si tus actos han ocasionado perjuicios a otros, comienza por reconocérselo explícitamente y demostrar que comprendes las consecuencias.

  1. Enmienda o minimiza tu error en la medida de lo posible y comprométete a actuar de forma distinta en el futuro.

Si realmente has entendido que tu conducta fue errónea y esto te llevó a sentirte mal contigo mismo, el mejor modo de evitar que esto vuelva a suceder es ganar conciencia de lo sucedido y buscar nuevas vías de actuación en posibles situaciones futuras similares.

Por ello, el compromiso a mejorar te ayudará a lograr este cambio.

Este compromiso tiene que ser tanto hacia otros, como contigo mismo.

Ya sabes que si necesitas ayuda psicológica profesional en este proceso me tienes a tu disposición.

Puedes solicitar tu cita pinchando aquí.


Si te ha gustado el contenido, puedes hacérmelo saber en los comentarios que aparecen más a bajo, o también puedes invitarme a un café ? y contribuir al mantenimiento de este blog con tu donativo.

Pincha en la tacita para hacer tu donativo.



 


Sobre la autora:

“Soy Ana Hidalgo, psicóloga de profesión y persona como tú, con grandes experiencias tanto a nivel personal como profesional.

Me dedico a ayudar a personas a superar situaciones difíciles y salir fortalecidas de ellas.

Si quieres recibir semanalmente artículos sobre amor, desamor y relaciones en general, suscríbete gratis a mi blog en terapiaconAna.com”

 

Compártelo con tus amigos