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Cómo enfrentar la etapa adolescente de los hijos

Hijos adolescentes escondiendo secretos

Autor invitado: Natalia Gómez, equipo Verdisa

¿Te dan dolores de cabeza con tu hijo/a en etapa adolescente? Un problema de pareja muy frecuente es precisamente la forma de educar a los hijos, especialmente si estos son adolescentes.

Por eso, si te encuentras en esta situación, no te pierdas este artículo. Aquí, nuestra colaboradora Natalia Gómez, del equipo Verdisa, nos explicará cómo enfrentar la etapa adolescente de los hijos.

Progenitores entre la espada y la pared: unas conversaciones muy conocidas…

Quizás estas situaciones te sean muy conocidas:

  • “Ni se te ocurra venir a la parada de bus a recibirme, ya no soy un niño”-  su madre Cristina asombrada y dolida, no sabe qué ni que contestar.
  • “A nosotros no se nos hubiera ocurrido siquiera decir algo así a nuestros padres. Parece que los chicos ahora no tienen ese respeto absoluto que existía antaño y dicen lo que sienten y lo que quieren sin ningún temor. A día de hoy, manejar a adolescentes hoy por hoy no es ninguna perita en dulce.”
  • “El otro día mi hija pretendía que la dejara en una fiesta de compañeros, pero me exigía que parara el coche dos manzanas antes de llegar al lugar.Cuando le pregunté el motivo, me dijo que le avergonzaba nuestro coche porque era un vejestorio.Me molestó mucho su contestación y, furiosa, me puse a la defensiva. Le dije que no tenía permiso para ir a la fiesta.”

En ocasiones, no es fácil convivr con adolescentes, y es fácil que te preguntes: ¿fue mi actitud la correcta?, ¿no hubiera sido mejor hacerle entender que debía sentirse contenta de que al menos tuviéramos un coche? ¿Qué debemos hacer como padres frente a situaciones como ésta?”

Los adolescentes descubriéndose a ellos mismos

No es raro que los adolescentes encuentren algo en sus padres que les humille o moleste.

Con frecuencia suele ser la apariencia física, el corte de pelo, el peso, la edad, el estilo de la ropa que usan, etc. Les incomoda, igualmente, el comportamiento paterno: que, si mamá es demasiado habladora, que, si papá es muy serio y tiene cara de pocos amigos, en fin…

Según los especialistas en la materia, los adolescentes atraviesan una etapa en la cual intentan encontrarse a sí mismos, descifrar su identidad.

Como parte de ello, tratan primero de rechazar todo lo que proyecta la imagen de los padres.

No les hace ninguna gracia que los comparen con ellos.

Un “eres igualito a tu papi” o “cada vez te pareces más a tu mami” recibe como respuesta una cara nada feliz. Sienten que les han dicho algo absolutamente descabellado, jamás lo ven como un cumplido o una simple observación.

La mayoría de los padres de los adolescentes suele conocer y ser consciente de este fenómeno.

Aún así, no deja de ser difícil y hasta doloroso escuchar a los propios hijos sentirse insatisfechos de un parecido o que no quieran ser vistos en público con sus progenitores.

Y, claro, si el rechazo proviene de una actitud o una realidad con la que el propio padre o la madre se siente inconforme, tenga por seguro que terminará con su amor propio hecho pedazos.

¿Por qué se sienten heridos los padres?

Cuando los comentarios no tienen sentido y las apreciaciones de los hijos son falsas, es más fácil el manejo de la situación.

Si, por ejemplo, usted misma siente vergüenza por el coche que conduce, es lógico que le resulte mucho más hiriente el comentario y el deseo de su hijo de que no lo identifiquen con ese “armatoste”. Recuerda la teoría del espejo de psicología.

Las cosas serán diferentes si usted se siente a gusto con su automóvil y, más bien, hace bromas con respecto a los años que su “cochecito” tiene.

Es importante, por tanto, determinar qué parte de la herida proviene de cómo se sienten los padres dentro de ese escenario y qué parte proviene de la actitud de los hijos.

De esta manera, no se pondrá todo el peso de la culpa sobre los adolescentes.

Por otro lado, la respuesta adulta a este tipo de comentarios de los hijos adolescentes determinará el desenlace del enfrentamiento.

Si el chico o la chica pide amablemente que lo/la deje unas dos manzanas antes porque no quieren que lo vea llegar con “mami” o “papi” (aunque usted sepa que es el “look” del coche la razón de la petición), está bien utilizar esta oportunidad para en broma y en serio hacer ver al hijo o la hija que un coche viejo no tiene nada de malo. Que no es un automóvil lo que hace que una persona valga más o menos.

Pero, si su hijo o hija adolescente, de manera grosera e insultante, le dice que le avergüenza que lo ven con usted, reaccione a esa demanda como lo que es, un insulto.

Maneras de actuar

  1. Dígale que su conducta le hiere, si no es oportuno hablar en ese momento, aplace una discusión sobre el incidente para más tarde, pero no deje el tema sin abordar a profundidad.
  2. Busque el momento apropiado para hablar con calma y a profundidad del asunto.
  3. Explique a su hijo o hija que su rudeza y conducta grosera no son apropiadas.
  4. Además pregunte si, en el fondo, hay algún motivo para su molestia, dando lugar a que se ventile cualquier tipo de angustia, rabia o agravio.
  5. Dígale, con claridad, que sus comentarios y actitud hieren los sentimientos de las personas y que, lógicamente, los padres también son personas.

Una buena oportunidad cuando están en la etapa adolescente

Una situación como la descrita pudiera ser excelente motivo para conversar con los hijos sobre los valores y las prioridades.

Cuéntele que no es que usted mantenga una relación de amor puro con su viejo coche, sino que está ahorrando para la educación de ese hijo o hija que menosprecia el automóvil.

Una discusión sobre lo que tiene verdadero valor en la vida, como el sentirse a gusto con uno mismo, saber disfrutar de lo poco o mucho que se posee y entender que no siempre es posible conseguir lo que se desea, pudiera ser de gran ayuda para ese hijo o hija que se encuentra en una etapa de formación.

Es mejor y más aleccionador hacerles saber que tales comentarios representan un punto de vista altamente superficial. Esto es mejor que echarles en cara su rudeza, castigarlos o mantener actitudes negativas y revanchistas que a nada bueno conducen.

La influencia de los amigos cuenta mucho

Los adolescentes empiezan a mostrar este tipo de comportamiento debido a que quieren imitar lo que hacen sus compañeros y amigos más cercanos.

La adolescencia es la edad en que el sentido de pertenencia a un grupo en especial tiene una importancia extrema. Los padres deben estar conscientes de ello.

Esto no quiere decir que por temor a que los hijos se sientan desplazados de un grupo al no seguir al pie de la letra los dictados de comportamiento del mismo, se permita que los hijos se conviertan en imitadores de actitudes con el solo propósito de ser “populares” y pasar a integrar el grupo.  No todo vale.

Este conflicto entre la dirección interna (de los padres hacia los hijos) y la externa (de los amigos) es una cuestión central que durante la adolescencia se experimenta en forma muy intensa. Posiblemente no habrá ninguna otra etapa de la vida en que sea tan fuerte la necesidad de apoyo de los pares, de pertenecer a un grupo fuera de la familia.

Para tomar muy en cuenta

No habrá ninguna otra etapa de la vida en que sea tan fuerte la necesidad de apoyo de los semejantes, de pertenecer a un grupo fuera de la familia.

El adolescente intenta no tan solo romper el cordón umbilical, sino que, al mismo tiempo, busca nuevos papeles, enfrenta nuevas demandas y experimenta cambios físicos y psicológicos. Es una etapa de la vida llena de ensayos y errores lo que crea ansiedad, tensión e inseguridad.

Las inseguridades muchas veces se cubren con desplantes y fanfarronadas. Recordemos que su necesidad de aceptación y aprobación social es muy grande, especialmente de sus amigos o amigas.

Pagan un alto precio por el apoyo y aceptación de los amigos: ese precio es el conformismo.

“Ser aceptado por ese grupo exige un cierto grado de conformidad con sus normas, hablar el mismo lenguaje, vestir con el mismo estilo, compartir las mismas creencias, gustos y valores. Este fenómeno se observa fácilmente en cualquier grupo de amigos adolescentes: todos escuchan la misma música, la moda que siguen es tan parecida que parece que estuvieran uniformados y comparten iguales actitudes y estereotipos”, según Lois y Joel Davitz, autores de “Su hijo adolescente” del Grupo Editorial Norma.

Esas actitudes, tan difíciles de entender por parte de los padres, tienen que ser consideradas dentro de un contexto individual y colectivo.

En caso de que la cosa vaya a más, se puede recurrir a terapias psicológicas (tanto para hijos como para progenitores).

A este respecto, ya sabes que me tienes a tu disposición.

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