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No quiero que mi pareja me ayude con las tareas de casa

Autora: Ana Hidalgo

Se acabó ayudar con las tareas de casa. Ya no quiero que mi pareja me ayude con las tareas de casa nunca más.

Es más, es probable que después de leer este artículo, mis reflexiones te lleven a pensar igual que yo.

Pese a lo que puedes estar pensando en estos momentos, no me he vuelto loca. Quiero reflexionar sobre algunas de las frases que oigo a mis clientes en terapia de pareja:

  • Mi pareja no me ayuda en casa, ni con los niños.
  • No sé de qué se queja si hago todas las tareas que me pide.

Con frecuencia recibo en mi consulta parejas que acuden a mí por muy diversos motivos (mala comunicación, falta deseo, monotonía…). Sin embargo, un elemento común que suelo encontrar en ellas son los problemas con el reparto de tareas. Por eso, hoy quiero dejarlo muy claro, se acabó ayudar con las tareas de casa o el cuidado de hijos. Las relaciones de pareja no funcionan así.

A la pareja no se le ayuda con la casa o los hijos, sencillamente se asumen o no responsabilidades comunes.

Se acabó ayudar con las tareas de casa, asume tu parte

no quiero que mi paeja me ayude con las tareas de casaSi vivieras solo/a seguramente tendrías que limpiar el baño, barrer, recoger la cocina… Es decir, tendrías que asumir que, para vivir de forma saludable, hay que mantener cierto orden y limpieza.

Precisamente por eso no ayudas a tu pareja cuando friegas los platos, simplemente asumes tu parte de responsabilidad.

Si eres capaz de entender esto, verás que se acabó ayudar con las tareas de casa a la pareja, sencillamente te corresponsabilizas.

Lo mismo ocurre con el cuidado de los hijos, son responsabilidades comunes.

  • ¿Incluso si los hijos no son míos?

Si estáis conviviendo todos juntos, y el peque se mancha el pañal, le toca al adulto limpiarlo. Así que sí, aunque los hijos no sean tuyos algunas responsabilidades sí son tuyas.

Lograr un buen entendimiento en pareja y evitar conflictos pasa por corresponsabilizarse de lo que sucede bajo el techo en el que convivís.

Excusas comunes para no asumir responsabilidades

Yo nunca como en casa

Quizás nunca comas en casa, pero seguro que haces en casa otras cosas como dormir, ver la tele, ir al baño… Es decir, las responsabilidades del hogar te siguen afectando.

No se ayuda con las tareas de casa ni con el cuidado de los hijos, se hace y listo. Son responsabilidades comunes que has aceptado en el momento de vivir y formar una familia con tu pareja. Las relaciones de pareja requieren esfuerzos, compromisos, interés porque todo funcione lo mejor posible. Por tanto, no te escaquees.

Mi pareja tiene más tiempo que yo

Genial, pues le tocará más parte de responsabilidad, pero no las 24 horas al día ni los 365 días al año.

Aquí me encuentro con parejas en las que sólo uno de los dos trabaja (da igual que sea hombre o mujer), la cuestión es que suelo ver que el que trabaja entiende que se puede desentender por completo de lo que sucede en el hogar. Mucho cuidado con esto.

Tu pareja trabaja limpiando vuestro hogar igual que tú trabajas fuera, pero eso no significa que deba encargarse de todo. No trabaja 24 horas al día, nadie lo hace.

Probablemente asumirá más tareas del hogar que tú, pero eso no significa nada más que eso, una responsabilidad equitativa acorde a vuestras circunstancias.

Hago todo lo que me pide de la casa

Ay,ay, ay…Parece que hay una parte sobre la que no te has parado a pensar. Tu pareja no es tu madre, tu padre o tu maestro, es tu pareja. Es decir, no tiene que estar detrás de ti explicándote que hay que hacer y que no. No tiene súper poderes para saber qué se necesita en la casa, simplemente observa y ejecuta exactamente igual que puedes hacer tú.

Muchas tareas del hogar o la familia no se ven, pero están ahí. Me refiero a todas las relacionadas con la organización y planificación (cuándo pagar los recibos, llamar al técnico para alguna reparación, hablar con el tutor del cole, planificar comidas, viajes, comprar regalos, organizar cumpleaños, comprar material escolar…).

Se acabó ayudar con las tareas de casa haciendo únicamente lo que me piden, preocúpate tú también por lo que hay que hacer. Recuerda que, al igual que tú, tu pareja también está cansada y necesita un respiro. Por eso, si ves que algo está sucio lo limpias y punto.

No sé cómo se hace o mi pareja no me deja hacerlo

tareas del hogarLo sé, muchas personas me dicen eso de “no quiero que mi pareja me ayude con las tareas de casa porque las hace fatal”.

Esta actitud puede dañaros mucho a la larga, tanto de forma individual, y como pareja. Por eso, si tu pareja es de esas, no te acomodes y plántale cara a esa actitud.

En estas situaciones suelen ocurrir dos cosas. Por un lado, uno asume el papel de “tontito/a”, incapaz de no saber hacer nada, lo que puede dañar la autoestima. Por otro lado, el otro asume el papel de superhumano/a y se carga con más tarea de la que corresponde. Al final, se crea un desequilibrio que llevará al agotamiento y desgaste de ambos y de la relación.

Si no asumes tus responsabilidades porque no sabes cómo se hace algo, aprende y si tu pareja te niega la posibilidad de aprenderlo insiste. Tienes las mismas capacidades que cualquier otra persona para aprender a poner una lavadora, limpiar el baño o asumir cualquier otra tarea del hogar.

De igual modo, si es tu pareja quien no sabe, sé paciente y enséñala. Invertirás más tiempo al principio que si lo hicieras tú, pero a la larga compensará.

Ventajas de la corresponsabilidad en pareja

Aunque son muchas las ventajas de asumir la corresponsabilidad, quiero destacarte cinco:

  • Favorece el ocio

Al asumir la responsabilidad compartida de las tareas éstas se terminan antes. Con ello conseguimos tener más tiempo de ocio familiar, de pareja e individual. Esto a su vez hará que nos sintamos más descansados y más unidos.

  • Beneficia la comprensión del esfuerzo

Saber el esfuerzo que requiere cada una de las tareas a realizar hace que podamos valorar más el papel y la implicación de la persona que la realiza.

  • Fortalece la autoestima y autonomía personal

Nadie nace sabiendo, hay tareas que se van aprendiendo con la práctica. El comenzar a hacerlas te ayudará a empoderarte, a verte como una persona más válida y resolutiva. Por ejemplo, se ganan habilidades motrices y también capacidad de organización. Es más, se descubren nuevas facetas de uno mismo. Por ejemplo, descubres que eres capaz de hacer algo o que te gusta realizar tareas que antes eran impensables.

  • Disminuyen las discusiones y aumenta la compenetración

Si asumimos corresponsabilidad disminuirán los roces del día a día por lo que uno a hecho o dejado de hacer. Es más, nos sentiremos más compenetrados con nuestra pareja y esto estimulará la química de la relación.

De hecho, algunos estudios apuntan que la igualdad de género mejora las relaciones sexuales.

  • Proporciona paz y relax

Ya sabes que la decoración, el orden y la limpieza invita a la productividad, creatividad, aprendizaje…Convivir en un espacio limpio y ordenado ayuda a calmar la mente y disminuir el estrés. Esto, como es obvio, favorece la armonía y la convivencia. Por eso, si ambos os implicáis en mantener esta armonía la sensación de bienestar será más duradera.

A tener en cuenta a la hora de repartir los trabajos

Si has llegado hasta aquí es posible que te hayas dado cuenta de que la corresponsabilidad que propongo no requiere una colaboración al 50-50. A la hora de repartir las tareas, buscamos ser equitativos y, para ello, es necesario tener en cuenta varios factores.

Todos los que conviven en la casa deben asumir ciertas responsabilidades acordes a su edad.

Como es lógico, no podemos pedir a un niño de 5 años que realice las mismas tareas que un adulto. Sin embargo, sí podemos establecer qué responsabilidades se harán con cierta edad. Por ejemplo, puede encargarse de llevar las servilletas y contribuir así a poner la mesa. Aquí todos participamos y cumplimos una misión importante en el fomento de la armonía familiar.

Las responsabilidades se reparten equitativamente en función del tiempo y disponibilidad de cada uno.

Ojo, insisto, si un miembro de la pareja no tiene trabajo remunerado, pero está en casa, no trabaja las 24 horas al día los 365 días a la semana limpiando la casa.

Una idea que suelo recomendar es: si al llegar a casa quedan cosas por hacer, ambos colaboran para finalizarlas antes.

Recuerda que una pareja es un equipo. No te tumbes en el sofá mientras tu pareja atiende a los niños, hace la cena o recoge la casa. Asume tu parte de responsabilidad y trata de acortar las tareas para que ambos podáis descansar.

Usemos el sentido común.

Habrá tareas que les gusten o se le den mejor a un miembro o al otro, si es así, hacerlo fácil. Si se puede, dejad esa tarea para quien le guste más, ojo, siempre que el trabajo quede equitativo.

Te pongo un ejemplo, si a mí me encanta tirar la basura, pero eso me lleva 5 minutos, y a mí pareja le gusta planchar, y le lleva una hora, mi pareja se puede encargar de la plancha y yo de la basura y algo más. No todas las tareas requieren el mismo tiempo o energía, buscad ser equitativos.

Respecto a las tareas a las que a ninguno les gusta, la fórmula puede ser turnarse. Ten en cuenta que lo importante no es quién hace cada cosa, sino que cada uno asuma su parte. Por eso, yo no quiero que mi pareja me ayude con las tareas de casa, sino que se responsabilice. Si somos un equipo, todos colaboramos.

Es importante llegar a acuerdos sobre qué es estar limpio o recogido

Algunos de mis clientes se quejan de que su pareja está obsesionada con la limpieza. Es importante hablar sobre qué consideramos que está limpio y qué no.

Recuerdo un caso en lo que a uno le gustaba que la cama estuviese muy bien pilladita por todos lados y al otro que quedaran sueltas para sacar los pies. Cuando el segundo hacía la cama, la hacía a su gusto, dejando las sábanas sueltas, lo que su pareja interpretaba como dejadez e intento de librarse de hacer la cama. Tras hablarlo, acordaron hacer la cama aunando ambas técnicas, por un lado, estaría pilladita y por el otro quedaría suelta .

También hay casos más extremos en los que lo que interfiere es ya una obsesión.

Recuerdo una pareja en la que ella hacía descalzarse y casi desnudarse en el descansillo a su marido. Según llegaban a casa metían todo a la lavadora, así todos los días y todas las veces del día que salían de casa.

Es importante que diferenciéis cuándo la casa puede tener problemas de salubridad a cuando es algo obsesivo. Ya no hablamos de que se acabó ayudar con las tareas de casa, y asumir responsabilidades, quizás sí las estés asumiendo pero tu pareja te pide perpetuar sus obsesiones.

Si eres tú quien ansía el orden “excesivo” a toda costa, pregúntate: ¿qué me afecta más tener la casa desordenada bajo mi criterio, o el enfado con mi pareja? Si me obsesiona a toda costa el orden y la limpieza, quizás sea por una necesidad mía propia. Es decir, dejarla como a mí me gusta es mi problema y tendré que hacerme cargo.

Cómo dejar de ayudar a la pareja para responsabilizarse

Ahora que empiezas a ganar conciencia de la situación, vamos a meternos de lleno en revisar tu caso concreto. Vayamos por partes.

Parte 1: comprobar qué hay que hacer

Para eso te animo a que vuestra pareja y tú hagáis por separado una lista con varias columnas.

En la primera de ellas anotad todas las tareas que creáis que hay que hacerse en el hogar y para el cuidado de los hijos. Suele venir muy bien hacerlo por habitaciones o temáticas y detallarlas bien. Por ejemplo, no pongas hacer la ropa sino poner la lavadora, tender, recoger la ropa, plancharla, doblarla y guardarla. Son al menos 6 tareas, no una.

Que no os asuste que la lista sea larga, de hecho, debe serlo para recoger todas las actividades que realizáis.

En la segunda columna, se anotará el tiempo que estimáis que se tarda en hacer y la frecuencia. Por ejemplo, creo que se tardan 20 minutos en fregar los platos y se hace después de cada comida (desayuno, comida y cena cada día). Fíjate que hay tareas como las limpiezas generales del hogar que se hacen con menos frecuencia que otras, como las camas.

A continuación, escribe en una tercera columna quién crees que suele realizar esa tarea. Hazlo de forma sincera, sencillamente es para ganar conciencia de vuestra realidad.

Una vez hechas estas tres columnas intercambiad vuestros resultados e iniciar un debate. Podéis plantearos:

  • ¿Habéis escrito las mismas tareas o se te había pasado alguna? Si es así, ¿a qué crees que es debido?
  • ¿Consideráis que deben hacerse con igual frecuencia y estimáis el mismo tiempo?
  • ¿Quién está asumiendo más responsabilidades?, ¿cuántas horas asume cada uno al cabo de la semana?

Una vez revisadas las listas, realizar una lista conjunta que incluya todas las tareas y vuestras conclusiones.

Recuerda que es importante implicar a todas las personas que convivan en el hogar ajustándose a su edad y capacidades.

Parte 2: repartir las tareas

Comienza la variedad. Primero habrá que ver de cuánto tiempo real dispone cada uno.

No es lo mismo que uno esté 8 horas fuera de casa a que esté 4. Si tu pareja es amo/a de casa, no esperes que este día y noche encargándose del hogar. Podéis, por ejemplo, asumir ambas jornadas similares, la diferencia es que tu pareja se encarga de mantener limpia la casa mientras tú no estás y pasará a ser responsabilidad de ambos en cuanto llegues.

En cualquier caso, insisto, la máxima es la corresponsabilidad, así como homogenizar el descanso: no se puede descansar mientras el otro está haciendo tareas.

Aclarado esto, cada uno debe indicar qué tareas le gusta hacer y cuáles no. Ahora toca negociar. Aquí nadie gana o pierde, se trata de que los dos quedéis conformes realizando tareas que os gustan y asumiendo las que no tanto.

Tened claro que habrá días de contratiempos, y que os tocará asumir más responsabilidad de la que habíais pactado. En cualquier caso, se acabó ayudar con las tareas de casa que le tocaba al otro, el trabajo hay que hacerlo igualmente. Deja de protestar y asume tu responsabilidad, te pongo un ejemplo.

Imagina que en el trabajo os encargan un trabajo, cuando acabe el plazo de entrega no puedes decir: -“Ah, yo ya he hecho mi parte, si no está hecho es culpa suya”.

¿Te imaginas que el cirujano no cose la herida y la deja sin terminar porque le tocaba a otro hacerlo?

En cualquier caso, si crees que esta situación que debería ser extraordinaria se repite con mucha frecuencia, es mejor hablarlo. A veces crear un contrato casero puede ser de ayuda.

En él podéis escribir opciones como: “yo me comprometo a hacer … antes del día … si tú te comprometes a … antes del …”.

En cualquier caso, ya sabes que si necesitas un poco de ayuda extra con este tema, me tienes a tu disposición.

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